LA CONTRACRÓNICA
La senyera requisada
Lo que no hubiese pasado más allá de una anécdota, con unas imágenes en televisión y alguna foto engatillada se convirtió, en un plis plas, en noticia de ámbito nacional, inundando las redes sociales, por la prohibición de que el Lleida jugase con la camiseta de la senyera ante el At. Saguntino. Ojo, que no es una camiseta oportunista escogida para ese partido debido a las excepcionales circunstancias que rodean a Catalunya en estos momentos. La camiseta cuatribarrada es una de las cuatro indumentarias del Esportiu –o una de las cinco si contamos también a la olvidada de los “Calaveres”– con la que el equipo ha disputado partidos de Copa del Rey, Liga e incluso de play off de ascenso. El club cursó aviso reglamentario a la Federación por un lado y al Saguntino por otro, haciéndoles saber el cambio de indumentaria –claro que precisamente el Saguntino es el peor equipo para pedirle favores después de la impugnación de la pasada temporada–. Hasta aquí todo normal.
Pero, ¡ah, amigo! después de los ejercicios de calentamiento, ya con los pantalones y medias negras puestos, el árbitro ordenó el cambio de camisetas bajo amenaza de suspender el partido. Y a partir de aquí, se encadenan los hechos a cual más absurdo mientras desde megafonia del Camp d’Esports sonaba el himno –hasta cuatro veces–, sin que apareciese nadie por el tunel de vestuarios. Cuando el Lleida apareció de azul fue el acabose entre abucheos, silbidos, cánticos... no contra el Lleida, se entiende, porque las redes sociales ya habían informado del hecho, sino contra el árbitro.
Pero mientras el equipo, tras el partido, aparecía en el campo con la camiseta de la senyera, el arbitro –que dicho sea de paso no quiso hacer declaraciones–, no hizo constar nada de nada en el acta, añadiendo que el retraso se debió, ojo que tiene miga la cosa, a que “tuvo que ordenar al pertero del Lleida que se cambiase la camiseta”. Claro, al ver esto, el Lleida se negó a firmar el acta del partido. Todo de lo más esperpéntico. Y lo que comenza mal suele acabar peor: El Lleida, además, perdió.