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El lateral Aitor Núñez intenta impedir el avance de un jugador del Villarreal B.

El lateral Aitor Núñez intenta impedir el avance de un jugador del Villarreal B.ÓSCAR MIRÓN

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De la Segunda B se tiene la imagen, y no seré yo quien diga que es injusta e inmerecida, de fútbol piedra, de juego poco refinado, con grades dosis especulativas y otras tantas de pragmatismo. Planteamientos más defensivos que ofensivos que buscan sentenciar en jugadas de estrategia... Sí, todo eso es cierto. Y también que bajo esos parámetros se suman muchos puntos y se cimentan ascensos. Sin embargo, de cuando en cuando, muy de cuando en cuando, esos condicionantes desaparecen para dar paso a otros muy distintos.

El Camp d’Esports, ayer mismo, se alejó del fútbol piedra habitual de la categoría para pasarse a otro espectáculo de mucha más altura y consistencia. Y eso que no hubo goles pero los espectadores, los que fueron, recordarán mucho tiempo uno de los mejores partidos que se han visto por estos lares en mucho tiempo. El Lleida fue el “culpable” pero el Villarreal también. Los dos se dedicaron a jugar y a dejar jugar en un partido de ida y vuelta con todas las variantes ofensivas posibles: toque, combinación –la pared que inicio Eneko arrancando desde el centro del campo, con Nierga para rematar desde el borde del área fue para enmarcar–, contraataques, jugadas a balón parado...

Y a eso vamos. Un espectáculo como este que solo disfrutaron ¿un millar de aficionados? Si ya fue buena la ida copera con la Real Sociedad, el de ayer la superó con creces. Pero faltaba gente. Y eso que el público que va se deja la garganta hecha unos zorros animando y las manos en carne viva aplaudiendo. Su comportamiento fue tan impecable como ruidoso llevando a los jugadores en volandas. Pero falta gente. Y eso que sobre el papel el partido ya apuntaba que no iba a decepcionar. Tercero contra cuarto. Dos equipos en play off con antecedentes ya demostrados de buen fútbol. Pero no acabaron de motivar.

Ni la promoción auspiciada desde el club contemplando también el próximo partido en casa ante el líder Mallorca. Una pena porque también todo apunta a otro partidazo que merecía menos sillas vacías y más afluencia de público porque para abarrotar la grada en los partidos de play off, si es que se llega, hay que desgastarse mucho antes en otros partidos, los buenos, los no tan buenos y los malos del tópico. Y de cuando en cuando, por ser incondicional, uno puede llevarse el premio de encontrarse un caramelo como el de ayer ante el Villarreal B.

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