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Miki Feliu fue, una vez más, uno de los más destacados.

Miki Feliu fue, una vez más, uno de los más destacados.LLEONARD DELSHAMS

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Después de vivir intensamente años y años de baloncesto, asistir a miles de partidos y haber sido jugador y espectador de este deporte tan fantástico como estimulante, no puedo desvincular dos conceptos que asimétricamente se relacionan y se retroalimentan: dinero y romanticismo.

Me explicaré. En el momento de planificar una temporada y construir un proyecto deportivo, debes tener muy claros los objetivos que te marcas y ver las herramientas con las que cuentas para llegar a alcanzarlos. Disponer de una magnífica instalación como el pabellón Barris Nord, un equipo directivo entregado y entusiasta capitaneado por un presidente empeñado en conquistar el retorno a la máxima categoría del baloncesto español, y una cantera de jugadores y staff técnico alineados en esta dirección, no es suficiente.

Con el romanticismo con el que se subió a la ACB en la etapa Edu Torres, hoy día sería un milagro repetir la jugada. Los equipos son muy potentes y disponen de un fondo de armario que garantizan lesiones a lo largo y ancho de la temporada. El Força Lleida ha demostrado que sabe fichar (Rupnik, Nevels, Arteaga, Kaufmanis, Khalig, Callegari...) pero no puede consolidar un proyecto ganador y ascensor como la ciudad y la afición se merecen. Estamos hablando de 100.000 euros.

Es la cantidad que marca la frontera entre formar un equipo para mantener la categoría y como mucho intentar jugar el play-off o bien armar una plantilla que opte a dar el salto y volver a calentar el Barris Nord a niveles de alta temperatura. Repito: 100.000 €. Lleida se lo merece y no tiene, hoy por hoy, un acontecimiento que reúna a más gente y de todas las edades y condición. Romanticismo... y dinero.

¿Hacemos todos un esfuerzo?

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