LA CONTRACRÓNICA
Del pesimismo a la ilusión
El fútbol es como El Corte Inglés porque en ambos mandan las tendencias. Sirva este humor facilón para desdramatizar un deporte demasiado lleno de intereses y violencia que, al final, es tan solo un juego, aunque sea tan grande que arrastra sentimientos y pasiones como ningún otro. Por eso es el deporte número uno en todo el mundo. Decía que el fútbol son tendencias o dinámicas, da igual como se las llame, y no son inmunes a ellas ni los más grandes como Barça y Real Madrid. Por eso, esta temporada la trayectoria del Lleida está siendo un auténtico carrusel, con un inicio muy ilusionante, un final de la primera vuelta más gris y ahora, en esta segunda parte del campeonato, otra vez cargado de esperanzas.
El equipo de Gerard Albadalejo, al que le costaba un mundo hacer goles, lleva marcados siete en dos partidos, lo que significa casi la mitad de los que anotó en la primera vuelta: 16. Además, lleva dos puntos más que en las mismas ocho jornadas de la primera vuelta: 17 ahora por 15 entonces. Y otra vez está enganchado al play off, con el objetivo soñado al alcance de la mano con mucha Liga por delante.
Albadalejo quiso aclarar el jueves en rueda de prensa que, cuando tras la goleada ante el Ontinyent dijo que la victoria no se había celebrado suficiente y que no se daba mérito a lo que hacía el equipo, en ningún momento quiso criticar a la afición, de la que dijo sentirse parte. Hizo bien en aclararlo porque esos aficionados que ahora vuelven a soñar pero que hace tan solo unos días veían el panorama negrísimo no son muy diferentes a la mayoría de las hinchadas. El aficionado del Lleida y de cualquier club vive instalado permanentemente en la duda. Y juega a ser el entrenador de su equipo y critica y se enfada si las cosas no salen bien. Pero ahí está fiel, siempre. Luego están los seguidores ocasionales que aparecen cuando las cosas van bien. Bienvenidos sean ya que, como promulga el club, el Lleida es de todos, pero a nadie le gusta ser segundo plato. Al Lleida tampoco porque la apuesta debe hacerse siempre antes de saber el resultado.