LA CONTRACRÓNICA
Esto es la Segunda B, amigo
Ha hecho fama, por desgracia, y ha dado pie a responder con cierta sorna adaptando el ingenio a cada situación, la frase pronunciada por el exvicepresidente del Gobierno y expresidente de Bankia, Rodrigo Rato, cuando compareció ante la comisión de investigación de la crisis bancaria en el Congreso de los Diputados. “¿Esto es un saqueo? No, es el mercado, amigo”, dijo en tono burlón y desafiante ante los diputados presentes. Rato, que conocerá el 10 de octubre el fallo del Supremo por el uso de las tarjetas opacas al fisco de Caja Madrid, quiso justificarse de la forma más estúpida, pero que refleja la realidad: esto es lo que hay, pudo haber dicho ahorrándose palabras.
Pues bien, parafraseando a Rato, podríamos decir aplicándolo al fútbol y, en concreto a la categoría en la que está el Lleida, que “esto es la Segunda B, amigo”. Y es que la mal llamada categoría de bronce del fútbol estatal suele ser de una igualdad extrema. Solo algún equipo se suele distanciar por arriba y alguno más se descuelga por abajo. El resto, todos en un puño temporada tras temporada.
La jornada recién terminada en la que el Lleida sigue ocupando plaza de play off podría servir de ejemplo de lo complicada que es esta categoría, como suelen decir los entrenadores y, entre ellos, el técnico del equipo azul Gerard Albadalejo. Ayer solo el Badalona fue capaz de ganar en casa. Nadie más. Ni siquiera el líder Hércules, al que el recién ascendido Teruel le endosó un 0-2. De ahí que conseguir una regularidad en casa sea tan difícil como vital en esta categoría. Al final de la temporada, pese a la igualdad existente año tras año, los equipos de play off son los más poderosos en su feudo. Sacar puntos a domicilio es necesario, por supuesto, pero conseguir un equilibrio comienza por mostrarse intratables en casa.
El Lleida cedió ayer el primer empate en el Camp d’Esports, después de dos partidos de Liga y dos de Copa ganando, pero al menos no perdió ante un rival de cuidado como es el Cornellà y con cosas por corregir. Con todo, hay que ser optimistas.