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Ablaye Mbaye se hizo grande en la zona y estuvo intratable.

Ablaye Mbaye se hizo grande en la zona y estuvo intratable.JAVI ENJUANES

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Tan solo llevamos dos jornadas de la Liga regular de la LEB Oro y ya empezamos a vislumbrar de qué irá la película. La temporada promete sensaciones y emociones en abundancia, con un buen montón de equipos dispuestos a romper todos los pronósticos y luchar hasta el final para alcanzar el objetivo marcado.

Dos jornadas que, en el caso del Força Lleida, han servido para reforzar una de las características que nos han hecho muy fuertes en etapas anteriores: el vestuario. Una plantilla joven en edad y cargada de ilusiones se tiene que hacer muy fuerte de pista hacia adentro, donde se juega otro partido. El de la sincronía, las ayudas emocionales, el rebote de la desesperanza y la asistencia al compañero deprimido por mil y una situaciones sobrevenidas a lo largo de la campaña.

El equipo ha hecho una metamorfosis total en relación a la temporada anterior, cambiando a casi toda la plantilla y dejando como fijos a dos grandes jugadores y mejores personas como son Feliu y Mbaye, auténticos líderes de las relaciones humanas y de la anotación interpersonal. En todo ello no podemos perder de vista la tarea del míster, Jorge Serna. Tiene que ser capaz de conseguir las sinergias de este grupo humano y potenciarlas en la pista teniendo en cuenta que de su maestría dependerán en buena parte los resultados en el terreno de juego.

La junta tiene que hacer su trabajo dirigiendo y dejando que lo demás fluya por sí solo sin interferencias, y el público, dar lo mejor de sí mismo partido tras partido para ser el jugador número 6. Por el momento tenemos buenas vibraciones y el objetivo está más que claro: mantener la categoría sin sufrimientos y hacer disfrutar a la afición del Barris Nord como en otros tiempos. Tenemos equipo, juventud y buen rollo. El vestuario es una parte importante de la solución.

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