LA CONTRACRÓNICA
Una verdad incómoda
Tras recibir 48 puntos de sutura después de haber destrozado un frigorífico de refrescos intentando recuperar un balón, Wendell Ladner salió al día siguiente a jugar el séptimo partido del play off y ayudó decisivamente a la clasificación de su equipo. En 1974, la temporada siguiente, consiguió su anillo de campeón junto a Julius Irving. Ladner, uno de los más duros entre los duros, nunca destacó por su conocimiento del juego, ni siquiera por cualquier otra clase de conocimiento, pero fue un ejemplo de intensidad abrasiva y de entrega.
Después de una exigente semana que podía haber acabado en desastre, la derrota de ayer en la pista del Liberbank Oviedo deja un sabor agridulce por lo previsible. Volvimos a competir bien hasta que se nos acabó el combustible. Nunca hemos ganado allí y habrá que esperar una temporada más para romper la estadística. No pudimos jugar a lo que queremos, y nuestras ausencias (Shaquille Cleare) y la mayor calidad de la plantilla rival hicieron el resto en el último cuarto. Querer y poder a menudo no van de la mano. Con la salvación asegurada tendremos tiempo a final del curso de pensar seriamente si los proyectos para no descender merecen la pena. Personalmente no quiero resignarme a eso y sospecho que la verdadera profesionalización de la estructura del club (con cambios) debería traernos mejores días de baloncesto.
Según sus compañeros, Ladner no parecía conocer el significado de la palabra miedo, “bueno, puede ser”, comentó uno de ellos a preguntas de un periodista, “pero tampoco sabe el significado de muchas otras palabras”, apostilló. Murió a los 26 años en un accidente de aviación y pudo ser identificado porque en ese momento llevaba puesto su anillo de campeón de la NBA con los Nets.