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Jordi Guardiola y José Carlos Monge, en una imagen de archivo

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El 30 de octubre de 1994 la UE Lleida, entonces en Segunda división A y con Mané en el banquillo en la que iba a ser su última temporada en el club, jugó en Almendralejo. Venció 0-2 al Extremadura con goles de Roa y Vicente. Aquel 30 de octubre de hace ahora 25 años, este periodista se encontraba en el estadio Francisco de la Hera, junto con mi colega y amigo Jordi Guardiola, el meu germanet, con la tarea de hacer la crónica para SEGRE y la retransmisión para SEGRE Ràdio.

Cuando llegamos al campo nos dijeron los responsables del club que no teníamos cabina de retransmisión y que tendríamos que radiar el partido sentados en la grada. Vaya, qué contrariedad. Así lo hicimos.

A pesar de que llevábamos auriculares, se oían los insultos e improperios que nos dedicaban los amables espectadores. Con el 0-1 la banda sonora incrementó su volumen y los rostros que nos miraban eran todo lo opuesto a amigables. A las palabras y términos clásicos que la lengua castellana tiene para vituperar, se añadieron algunos más específicos, como “polacos” y, en un derroche de ingenio “rusos”, “checoslovacos” y todos sus sinónimos del Este.

En el descanso un espectador nos dejó claro que no le gustaba que hiciéramos la retransmisión en catalán. Incluso me mostró una navaja con la que, insistía, nos iba a cortar los cables si persistíamos. Lo del final del partido, si eso, para otra ocasión. 25 años después, en el Extremadura el catalán sigue molestando.

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