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Roy Batty, el replicante de la mítica “Blade Runner”, papel interpretado por Rutger Hauer, fallecido el pasado año, dice en una escena del inmenso filme de Ridley Scott: “Yo he visto cosas que no creeríais”. Yo las he visto en pistas de baloncesto y campos de fútbol en partidos de base. Padres detrás de la portería dando instrucciones ¡en un entranamiento! Padres gritándole al árbitro porque ha señalado unos pasos de manual. Gritos e incluso peleas entre padres, para mayor vergüenza de sus hijos o hijas, que no saben donde ponerse ante el ridículo del progenitor/a. A cualquiera de los padres y madres que saben comportarse y dan a sus hijos/as el apoyo que necesitan, que son una inmensa mayoría, no les sorprende. Lo han visto.

En pocos días hemos sabido de una pelea entre padres en un pabellón leridano y de un entrenador que, con 24 años, ha decidido dejar el deporte que ama, cansado de “padres que insultan al rival, presionan al entrenador, cargan contra el árbitro y avergüenzan a sus hijos”, según explicaba a La Vanguardia Sergio Balaguer, el técnico cansado de tanta estulticia paterna. “El baloncesto se ha futbolizado”, lamenta. Hasta Pau Gasol le ha pedido que reconsidere su postura.

He conocido niños/as que no quieren jugar por el lamentable comportamiento de sus padres, a los que habría que recomendar que, mientras sus hijos hacen deporte, se dediquen a leer un buen libro. Todos saldremos ganando. Sobre todo sus hijos.

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