LA CONTRACRÓNICA
Instinto de aficionado viejo
Cuando llevas años viendo baloncesto y siguiendo devotamente a tu equipo, el viejo aficionado parece desarrollar una especie de instinto para detectar, para darse cuenta de cuando un fichaje es acertado o no; cuando un tipo de jugador va a encajar y va a hacer mejorar su rendimiento. No estoy hablando de calidad técnica o de valor económico. Es otra cosa.
Hay cientos de ejemplos de jugadores que, a veces sin pretenderlo, cambiaron la historia del club. Nuestro equipo (se llame como se llame) también ha tenido este tipo de jugadores, sobre todo aquellos que tuvieron que ver con el ascenso a la ACB. Feliu sería un ejemplo de lo que estamos hablando. Este tipo de jugadores tan influyentes acaban, en algunos casos, por forjar el ‘carácter’ del equipo y hacer de su juego una especie de proyección personal. No existe ninguna duda el impacto que la incorporación de Carrera a la plantilla ha supuesto en su país, en nuestra competición y también en el equipo. Ese instinto de aficionado viejo me dice que es ese tipo de jugador que cambia dinámicas de club. Si su aportación final es la mitad de la de su primer partido podremos concluir que ha sido un enorme acierto. Sin embargo, la continuidad no parece ser una de las características de su vida profesional. Si su objetivo es la ACB no podía haber encontrado mejor trampolín que la LEB Oro y el Força Lleida para hacerlo.
En Girona el equipo afrontó uno de sus partidos aplazados por Covid en el que Carrera no pudo jugar. Tras la formidable actuación contra Palma este era un buen termómetro para medir la temperatura del equipo y calibrar su impacto. Pues bien, una derrota inesperada por lo contundente y un arbitraje extraño nos hicieron ver que la energía de Michael Carrera va a ser necesaria en todos los enfrentamientos que nos restan.