La pasión, llave del éxito

Escribía hace casi diez años, en esta misma ventana, que la plantilla del Lleida vivía apasionada con lo que hacía y que la pasión con la que se hacen las cosas es la diferencia entre el éxito y el fracaso. Aquel 10 de abril de 2011, el equipo entrenado por entonces por el añorado y querido Emili Vicente, ganaba por 3-0 al Teruel y conseguía entrar en puestos de play off. Eran los últimos estertores de la UE Lleida que en julio pasaría a una nueva propiedad y a llamarse Lleida Esportiu tras una subasta con muchas aristas.

Ayer se volvió a ganar 3-0, esta vez ante L’Hospitalet y en circunstancias muy diferentes, con un formato de campeonato insólito y en medio de una pandemia mundial que termina por desquiciar y acongojar al más sensato de los seres humanos.

El Lleida ha comenzado la segunda vuelta de la mejor forma. No hay que alardear porque en esta liguilla tan igualada y extraña cualquier cosa es posible.Pero la humildad, el culto al esfuerzo y al trabajo, el compañerismo y la lealtad, son algunas virtudes de esta plantilla de Molo. Tan apasionada como el propio técnico que sumó su segunda expulsión de la temporada, curiosamente ante el mismo rival. El almeriense, todo corazón y carácter, debe medir más su ímpetu.

Hay que esperar que la victoria de ayer sea un punto de inflexión y que definitivamente el equipo alcance esa regularidad y velocidad de crucero que le permita consolidarse ya en las posiciones de privilegio.

Al abonado del Lleida hay que aplaudirle una vez más. No puede asistir a sus partidos, pero sigue a su equipo con la misma pasión. Quizás aumentada por el hecho de que es aún mayor el deseo de poder ver, por fin, a sus jugadores a pie de césped. Hay que decir que el partido era televisado, pero nada como la radio y más si se juntan dos generaciones como mis compañeros y amigos, Jordi Guardiola y Oriol Jové. Maestro y alumno y una misma pasión.