La difícil aplicación de la lógica

Una de las acepciones que tiene la palabra “lógica” explica que se trata del “Método o razonamiento en el que las ideas o la sucesión de los hechos se manifiestan o se desarrollan de forma coherente y sin que haya contradicciones entre ellas”. Con contradicciones, por tanto, es imposible que haya lógica.

El Procicat, en su reunión del jueves, dio el visto bueno al regreso del público a los recintos deportivos, con restricciones de aforo, un 30% en los pabellones cerrados y un 50% en los espacios abiertos, lo cual parece lógico. Así como la autorización a reemprender las competiciones federadas para los menores de 16 años, lo que supone que ya pueden disputarse todas las Ligas.

En este caso, una cosa es la autorización y otra la obligación. Es decir, no puede ser obligatorio competir, cuando hace meses que no hay actividad y un equipo no se puede poner en forma de una semana para otra.

Aquí, lo lógico, sería dejar la participación en las competiciones federadas a quien, voluntariamente, quiera disputarlas. Por supuesto, sin castigos, sanciones ni presiones, porque está en juego la salud.

No hay que olvidar que el coronavirus sigue matando a personas. No son cifras frías.

Detrás de cada muerte hay una persona y una familia que sufre su pérdida.. Claro que nuestra sociedad viene de una larga dictadura, a cuyo frente estaba un dictador que murió de viejo en la cama. El franquismo se hizo largo y el postfranquismo, también. El miedo a una pandemia no es cosa de broma. Hay padres que no quieren exponer a sus hijos, hay miles de deportistas amateurs a los que no se puede exigir como si fueran profesionales. No querer jugar es una opción lícita. No respetarla es ruin.

La vuelta del público a las gradas es de aplaudir, precisamente porque será algo voluntario. A nadie se le va a obligar a ir al estadio o al pabellón. Es una diferencia notable. De hecho, si se puede ir a votar masivamente o viajar en un metro abarrotado, lo lógico es poder ir a un espectáculo deportivo.