LA CONTRACRÓNICA
¿Se podía aspirar a algo más?
Acabó la primera fase de este rocambolesco formato de competición, dentro del contexto tan extraño en el que vivimos dominado por la pandemia, y el Lleida Esportiu ha acabado séptimo de su subgrupo formado por 11 equipos. El empate a deshora del ‘millonario’ Andorra de Piqué tras un buen partido esta vez de los de Molo, combinado con los resultados de sus rivales directos, ha hecho que el equipo azul entre como último de su subgrupo en la segunda fase de los puestos intermedios. Dicho de otro modo: luchará para mantenerse en el equivalente de Segunda B (de forma eufemística se le llama ascenso a la nueva Primera RFEF). Esto es lo que hay.
¿Se podía aspirar a algo más? Habrá opiniones para todos los gustos porque la decepción fue lógica y generalizada cuando el equipo, dependiendo de sí mismo, no fue capaz de colarse entre los tres primeros que optaban al ascenso. Sin embargo, basta con mirar las últimas temporadas para darse cuenta de que, después del recordado y llorado partido de play off en Sevilla en la temporada 2015-16, el Lleida ha sido sexto (2018-19), séptimo (2017-18) y octavo (2016-17). Y quinto era en la temporada incompleta del año pasado en la que sobrevino la pandemia. ¿Qué hubiera pasado de haber acabado la Liga? No lo sabremos nunca.
Y estas clasificaciones, que como mucho daban la opción de poder jugar la Copa del Rey y tratar de que tocara el ‘gordo’ de la lotería en forma de un rival de Primera división, se producían en la Liga de 20 equipos. Ayer se acabó séptimo con 11 equipos.
Sobre quién es el responsable de esta frustración también las opiniones son muy diversas. Unos culparán a Molo, otros a la plantilla, otros a ambas partes y habrá quien apunte directamente a la cúpula del club. Ese debate considero que ahora no toca. Habrá tiempo.
Lo que importa es lograr una de las dos primeras plazas de la segunda fase para, entre comillas, salvar la categoría. El Lleida parte cuarto entre siete equipos. Habrá que remar mucho.