Tiempos difíciles

No teníamos suficiente con el desequilibrio mundial creado por la Covid-19 que ahora, en pleno siglo XXI, estamos en medio de un conflicto bélico que podría llegar a magnitudes ni deseadas, ni esperadas. En términos deportivos, que bien se alejan de aquellos humanitarios, ¿cómo terminará afectando este hecho a la competición? Si miramos el reflejo de las ligas europeas, se ha producido la expulsión de los equipos rusos y el éxodo de muchos jugadores. Un partido podría parecerse a una “lucha controlada”, en el que los planteamientos tácticos, las estrategias y el juego va abriendo un escenario traducido en puntuación, en el que gana el que más puntos alcanza.

No obstante, cuando el asalto termina, el staff técnico ya se encuentra trabajando en el próximo partido, y así sucesivamente hasta completar una liga de la que solo sale un campeón. Parece una paradoja, ya que en las guerras de verdad no ocurre lo mismo; hay miseria, miedo, muerte, desolación… y al final cuesta entender cómo hemos llegado a este punto. Nos preguntamos constantemente cuándo terminará y aunque parezca que uno gana, en el fondo todos pierden, y en lugar de celebrar una victoria, se celebra el fin de esta.En el caso del baloncesto, los jugadores saltan a la pista, hay igualdad numérica; 5 contra 5.

Solamente, la competitividad, el acierto y la calidad individual ayudarán a que los planteamientos tácticos logren el objetivo. Frente al TAU Castelló, el equipo ha sabido sobreponerse a la derrota del jueves y ha logrado la victoria que lo consolida en el tercer puesto.Después del partido, el Força Lleida ha organizado una recogida de productos de primera necesidad para Ucrania, donde tanto el equipo como la ciudad se han volcado. Son tiempos difíciles para hablar de baloncesto.

Hoy, más que resultados, más que la ilusión de un posible ascenso, tenemos como sociedad un compromiso y un objetivo mayor, luchar por la paz y la libertad.