Pabellones de juego y ACB

Hace años, cuando el equipo de baloncesto de Lleida ascendió a la Liga ACB, los requisitos de la federación organizadora de la competición eran disponer de una instalación, desde mi punto de vista, con unas condiciones de grandeza. Al cabo de los años, nos encontramos en la LEB ORO con muchos pabellones como el Espai Fruita Barris Nord, el de ayer en Valladolid, entre muchos otros, con unas condiciones inmejorables, pero quizás con un gran coste para unas ciudades que no van sobradas de instalaciones deportivas. Es evidente que cada vez se están recuperando más aficionados, después de la pandemia, y se ve que la gente tiene ganas de ir a ver partidos, pero hace falta que algunas federaciones sean realistas y no sean tan exigentes en sus requisitos para tener un equipo en determinadas categorías de elite.

Por otra parte, cabe tener presente que no solo se trata de la construcción de los equipamientos, sino también de su mantenimiento y de su funcionalidad. A todo el mundo le gustaría ver el Espai Fruita Barris Nord lleno de aficionados, pero también hay que tener en cuenta que, igual que ocurre con el Camp d’Esports, se debe tener una gran masa social para llenar, no de forma puntual, sino casi siempre, todo el recinto deportivo. Daría mucho gusto ver el Espai Fruita Barris Nord con su máximo aforo completo; con todo, debemos tener en cuenta que muchas veces los jugadores/as y técnicos/as prefieren una pista o un campo que transmita la sensación de lleno que un recinto en que haya muchas sillas vacías, sillas que en algún otro momento se habrían podido sustituir por otro pabellón, donde los niños y niñas de Lleida pudieran practicar deporte con las mejores condiciones posibles.