LA CONTRACRÓNICA
De tanto jugar con fuego nos hemos quemado
Alo mejor estamos equivocados, a lo mejor no, pero no deja de ser hasta increíble que después de haber disputado tan solo once jornadas de Liga, sí, once de treinta y cuatro, en el sentir del aficionado, el objetivo principal de este equipo sea el de no perder la categoría. Malos vientos, en todo caso, soplan para el Esportiu. Las estadísticas, después de una nueva derrota, son demoledoras.
Tan solo dos victorias (la primera, y única en casa, que data del 11 de septiembre y la segunda, la única como visitante, del dos de octubre. Lo demás, cuatro empates y cinco derrotas, con el agravante de que tres de ellas han sido las tres últimas.O sea que, por mucho que el presidente Luis Pereira se apresurase a decir que para el mercado de invierno lo tiene ya todo apalabrado, hay que reforzar a este equipo, y en más de una línea, para que el desastre que se avecina no se llegue a consumar.Resumiendo, este Lleida de tanto jugar con fuego ha acabado quemándose. Y de qué manera.
El de ayer fue uno de los peores partidos de los azules en la presente temporada y la derrota, totalmente merecida, incluso pudo ser más amplia en el marcador.Imanol Idiakez, el entrenador que había jugado el último play off de ascenso hasta que llegó Gabri, aunque llegando más lejos, siempre decía que la clasificación hay que mirarla al final, en las últimas jornadas, para saber con qué carta quedarse. Quizás tenía razón y ahora estamos haciendo un drama de manera innecesaria (todavía).De manera clara las sensaciones del equipo son negativas: falta de concentración, contundencia atrás, pérdidas de balones incomprensibles y una penosa falta de gol. Hay jugadores como Chuli que parece que sea un “okupa” permanente en el fuera de juego.
Y, por supuesto, no centralizamos las culpas únicamente en él. Todos son culpables de lo que está sucediendo.Iñaki Álvarez, al igual que lo fuera Ramon Vila en el partdo de Copa del Rey ante el Alavés, fue el mejor de su equipo. De hecho, de no ser por él, con dos paradas providenciales en el segundo tiempo, la derrota mínima (eso sí, todas ellas han sido por un 1-0, al igual que las victorias) lo de ayer hubiese sido una goleada.
O así nos lo parece o al equipo le pilló con el pie cambiado la bronca desde la grada. Los jugadores que fueron a dar la mano a los aficionados, y tras una larga reflexión, solo fueron Gaixas, Òscar Rubio, Ramon Vila, Adrià de Mesa y Figueras. Los demás se fueron al vestuario.Aplausos
: Pese a la decepción por la enésima derrota, el comportamiento de los escasos fieles que acudieron al estadio fue ejemplar.
Primero, pañolada al banquillo y al palco. Luego, aplausos a los jugadores.Abucheos
: A juzgar por la entrada, el hacer coincidir el Lleida-Alzira con la inauguración del Mundial de Catar no fue la mejor de las ideas.