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Ángel Viadero no pudo ser talismán en su debut en el Camp d’Esports. Con apenas dos entrenamientos no podía hacer milagro alguno. Por eso repitió alineación –Seligrat hubiese puesto a los mismos jugadores de salida–.

El cántabro prácticamente, es un decir, apenas supo encontrar su taquilla en el vestuario y la ruta más corta para llegar al estadio desde su hotel. Es de suponer que alguién le habrá advertido de que ni se le ocurra pasar por Prat de la Riba, Rambla d’Aragó o el Pont de Pardinyes, si no quiere presentarse con retraso. El caso es que el Lleida, que como siempre derrochó entusiasmo, evidenció los mismos errores que le han conducido a ocupar plaza de descenso después de una nueva derrota en casa, esta vez ante un pragmático Valencia Mestalla que llegó como segundo y se marchó como líder.

Y esos errores son graves carencias ofensivas. Al equipo le dura muy poco el balón y se parte en dos con suma facilidad. Y, sobre todo, comete tremendos errores de marcaje en jugadas puntuales que le acaban llevando a la derrota.

Ayer, sin ir más lejos, un desajuste en un centro lateral supuso el 0-1 y un despiste en un córner, en el tramo final y cuando el equipo ya estaba jugando con diez, el 1-2.De hecho el de ayer fue un partido de debut. Además del técnico, al que le debió quedar claro que le espera una árdua tarea por delante, también lo hicieron el centrocamposta Damià Sabater y el delantero Mario Ribas. Tuvieron muy pocos minutos para lucirse aunque el “nueve” estuvo en un tris de irse a la ducha antes de tiempo y dejar al equipo con dos menos (Pladevall ya había sido expulsado), porque con una tarjeta pudo haber visto la segunda en una acción clara de juego peligroso.Pero en fín, no nos pongamos dramáticos.

La situación es complicada pero todavía no es desesperada y queda margen de mejora para conseguir revertir la situación y, lo que ha comenzado de muy mala manera, acabe de la mejor forma posible. Es decir, con la salvación sin necesidad de pasar por el “play out”. La lástima, aunque nos tachen de exagerados, es que lo de disputar el play off de ascenso nos queda ya muy, muy lejano, porque tal y como se están poniendo, y se van a poner las cosas, interesaría que el equipo estuviese en la Primera RFEF la próxima temporada.

No se si están al corriente de que dada la palmaria constatación de que la nueva categoría, metida con calzador por Rubiales y los suyos, ha sido un fracaso completo y se está en un tris de suprimirla para el ejercicio 2023-2024 (para este sería todo demasiado precipitado y el caos que se originaría, todavía peor). Pero según los “globos sonda” que se van soltando, podría crearse un segundo grupo en la Liga Smarbank, cosa que cuesta de creer y la recuperación de nuevo de la Segunda B con muchos más grupos acogiendo a los mejores de Primera y Segunda RFEF y otra restructuración salvaje con efecto dominó hacia abajo. O sea, que puede ser una verdaderia tragedia, no ya mantenerse –un mal menor– si no acabar descendiendo a Tercera RFEF.

Volver a la “elite” sería un trabajo ciertamente homérico.Aplausos.De nuevo la actitud de los aficionados. No son muchos los que acuden al Camp d’Esports pero tremendamente fieles. Animando sin cesar y sin un solo gesto de reproche.

También el detalle del club de sumarse de manera visible al Día de la lucha contra el Cáncer.Abucheos.La énesima derrota en casa –el Lleida solo ha ganado dos en lo que va de temporada–, que complica aún más su situación en la clasificación y ante una próxima visita, al campo del Peña Deportiva Santa Eulària, ahora mismo empatado en el liderato con con el filial valenciano y el Teruel. Como para echarse a temblar.

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