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LA CONTRACRÓNICA

El Lleida escoge el mejor disfraz para volver a ganar

La grada del Camp d'Esports contra el Formentera

La grada del Camp d'Esports contra el Formentera

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Han tenido que pasar dos meses y ocho días para que el Lleida Esportiu haya vuelto a ganar en el Camp d’Esports. El último triunfo, aún con Pere Martí en el banquillo, se remonta al 4 de diciembre del 2022 cuando se derrotó 2-0 al Ibiza Islas Pituisas. Y la anterior, al 11 de septiembre (1-0 al Ebro).

En pleno carnaval los de Ángel Viadero la acertaron de pleno a la hora de escoger su disfraz con el que romper la racha de cinco partidos consecutivos sin ganar –tres empates y dos derrotas–, aunque tres de ellos fueron con Seligrat en el banquillo y también sumar los primeros tres puntos con el cántabro de máximo responsable, que ha iniciado una clara línea ascendente: de debutar con derrota ante el Valencia Mestalla, se pasó a empatar ante el Peña Deportiva y ahora derrotar al Formentera en el que sin duda ha sido el mejor encuentro de la temporada. Claro que el disfraz más llamativo se lo puso Alpha Bagayoko, también en su mejor actuación en meses: rápido, incisivo, desbordante, asistente y provocador de faltas. Solo le faltó el gol para redondear una actuación memorable.

De hecho lo tuvo en la segunda mitad, poco antes de ser sustituido –Viadero estuvo ahí agil de reflejos–, para que la grada, puesta en pie, le despidiera con una atronadora salva de aplausos.Pero es que con Alpha en plan estrella, mejoró el rendimiento colectivo del equipo. Viadero se ha apuntado ya a un once tipo –Toni Seligrat en su fugaz paso por la casa también lo intuyó–, con una línea defensiva impecable, a la que Campins se ha adaptado perfectamente y un centro del campo en el que Quadri ya es insustituible y Agüero marca diferencias. Y los demás, a rebufo de estos tres futbolistas, también han dado un paso al frente y lo que antes se veía todo negro y deprimente, se ve ahora benévolo y de color del rosa.

Pero tampoco no nos volvamos locos. Ya se sabe que la euforia y la decepción están separadas por una línea muy fina que, en ocasiones, se traspasa de una manera inapreciable. O sea, que todavía no se ha ganado nada.

Quedan todavía doce finales para asegurar la permanencia –domingo en Manresa, 12.00 horas, la siguiente– y luego, en cualquier caso, mirar para ver si nos alcanza o no para otros menesteres.

Aplausos. En el horario más inusual, 11 de la mañana, todo salió a la perfección: temperatura primaveral, más que aceptable entrada de aficionados que vibraron como nunca con el juego de los azules y, sobre todo, por esos tres puntos que dejan al Lleida fuera de la zona de peligro.

Abucheos. Pocas cosas negativas en el partido. Si acaso la actitud condescendiente del colegiado vasco, Iker Ruiz Rabanal al que faltó poco para que se le fuera el partido de las manos. Eso sí, en la recta final, dejó a los visitantes con nueve jugadores con dos rojas por doble amonestación.

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