LA CONTRACRÓNICA
Liderazgo colectivo
En todos los equipos, ya sean deportivos o no, es del todo imprescindible la presencia de un líder. En el baloncesto se trata de ese jugador influyente que es capaz, aparte de otras virtudes, de sacar lo mejor de sus compañeros. Un buen liderazgo puede llegar a ser determinante en los éxitos que se consigan a lo largo de la temporada.
En el primer proyecto de baloncesto profesional que se creó en Lleida, se apostó por el fichaje de un líder. Un jugador estrella que fuera una referencia para el equipo. En aquel entonces se apostó por el americano Joe Bunn, un pívot de apenas 1,90, con excelentes números individuales en la liga que le habían valido para alzarse con el MVP en varias ediciones.
La segunda temporada se apostó, no tanto por un líder, sino por un buen jugador de equipo que no absorbiera tanto protagonismo. El resultado fue el ascenso a la ACB con un crecimiento espectacular del resto del equipo. La presencia de un líder supone, en muchas ocasiones, un coste excesivamente elevado, y este no es otro que el riesgo a que otros jugadores se acomoden y, por tanto, no asuman unas responsabilidades que podrían mejorar el rendimiento del equipo.Anoche, Michael Carrera ofreció una vez más, un nuevo recital de juego ante el Oviedo.
26 puntos y 11 rebotes, alcanzando un 37 de valoración. Sin duda, es todo un lujo el poder contar con el venezolano en el Força Lleida. Es un auténtico líder.
Pero el baloncesto es un juego de equipo, y si el equipo quiere dar un paso adelante, es imprescindible que otros jugadores con potencial aporten más equilibrio al equipo. Para lograr éxitos, el liderazgo colectivo debe prevalecer sobre el individual para que los objetivos colectivos superen a los individuales.