Ridículo de Viadero y los suyos en territorio romano

Ya lo habíamos advertido por activa y por pasiva, sin intención alguna de convertirnos en el oráculo del Camp d’Esports: presumir de no encajar goles sin tampoco marcarlos no conduce a nada, positivo se entiende. Sí, los de Ángel Viadero presumían de que en los últimos cuatro partidos nadie les había marcado un gol. Pero al final, haciendo balance, del paso del técnico cantabro por el Esportiu los números son incuestionables: seis puntos de los últimos dieciocho y, eso es lo grave, 12 partidos sin marcar de los 25 jugados. Así es muy complicado poder cumplir con objetivos marcados.

El Lleida en el Nuevo Morvedre no se asemejó en nada a las tropas cartaginesas que, en el 219 AC y dentro de las segundas guerras púnicas, sitiaron la ciudad, aliada de Roma, y la arrasaron tras ocho meses de sangrientas batallas. Al actual Saguntino, y su orgullo romano, le bastaron noventa minutos (y los últimos fueron verdaderamente de la basura) para golear 4-0 a un equipo que no encajaba un resultado así desde el 20 de febrero del 2022 en que, con Gabri en el banquillo, cayó en el campo del Ibiza Islas Pituisas entonces todavía entrenado por Raúl Garrido.

Después del descalabro en tierras valencianas queda claro que el salir a especular con el empate inicial es una apuesta más que arriesgada si, especialmente, en la zona ofensiva no hay nadie, absolutamente nadie, que sea capaz de resolver un partido, ni en jugada colectiva, acción individual o estrategia. La derrota, merecida totalmente y que aún pudo ser más abultada, deja al Lleida en la misma zona de play out que estaba antes de comenzar a jugar pero con la diferencia que la permanencia aumenta hasta los tres puntos y los de abajo aprietan muy mucho. Y otra cosa más. De cara a ese indulto que concede la federación al mejor equipo de los cinco que ocupen la décimo tercera posición en la Segunda RFEF –los cuatro peores disputarán la ronda de salvación– el Lleida la comenzó con un “+2” en su casillero, lo que le proporcionaba una cierta ventaja ahora mismo, pero que tras la goleada se ha convertido en un “-2” que no hace otra cosa que complicar aún más su situación. Ahora mismo desconocemos qué dirá Viadero en la previa del siguiente partido en Olot. Pero es indudable que el choque ya no va a ser solamente importante para el devenir futuro de la entidad, sino que, esta vez sí, será una final a falta de nueve jornadas.

Aplausos: Muy poco, o nada que aplaudir, salvo a esos aficionados que tuvieron el ánimo de madrugar, desplazarse a Sagunto, y volver, cariacontecidos hacia Lleida, tras haber animado a los suyos.

Abucheos: El peor partido en semanas de un equipo al que da la sensación de que le está sobrepasando la presión de salvar una categoría que, cada vez, toma forma de misión imposible.