Dejémoslo en una mala racha de resultados

Tradicionalmente, y salvo contadas excepciones, el Lleida, el de antes y el de ahora, siempre va de bajona en enero, al volver del parentesis navideño. Mané, por citar un ejemplo ilustre, lo temía aunque siempre confiaba en la recuperación a partir de febrero. También recuerdo un entrenador de los nuestros que aseguraba que prefería jugar siempre ante el líder que ante el colista. “Los colistas son muy suyos” decía, y acaban siempre amargándote la existencia.Pues bien, esos dos condicionantes, para mal, se han juntado en este inicio del 2024 al que cabe sumar el de la despedida del 2023, para los intereses de los de Ángel Viadero que han sumado, ojo al dato, tan solo uno de los últimos nueve puntos disputados: derrotas ante Europa y Hércules y un simple empate ante el colista del grupo, La Nucía, que ya va por su quinto técnico en el presente ejercicio. Jugó a no perder y acabó llevándose un empate que pudo ser triunfo porque las dos ocasiones más claras del partido en la segunda mitad las disfrutaron los alicantinos que, eso sí, tiraron de manual a la hora de que el juego y el reloj estuviesen siempre parados.Pero, de momento. no pasa nada. No hay motivos de alarma. Sí, el equipo lleva tres partidos sin ganar y el fortín del Camp d’Esports ha constatado que tiene grietas. Ha encajado cuatro goles y no ha sido capaz de marcar en ninguno en los últimos 270 minutos que ha jugado.¿Crisis? No parece, al menos todavía, la definición más correcta de lo que le está pasando al Lleida. Dejémoslo en una mera mala racha de resultados. Hay jugadores que están en baja forma y los refuerzos de invierno aún no han demostrado nada. Pero ¿que quieren? El Lleida sigue estando ahí. Es más, el Hércules en la Dani Jarque, le ha devuelto el liderato.