Al Lleida se le está haciendo larga la Liga pero aguanta el tipo
Salvando las distancias, evidentemente sí que podría hacerse un paralelismo entre el Lleida Esportiu de Segunda RFEF, y el Girona de Primera. Los dos tuvieron un arranque espectacular, en juego y resultados, hasta el punto de que al finalizar la primera vuelta, los de Viadero eran los más firmes candidatos al ascenso directo y los de Montilivi a ser el Leicester español y ganar una Liga reservada a los de siempre. ¡Ah, pero después de Navidades, ambos conjuntos comenzaron a renquear y a perder buena parte del cojín asegurado. Hay que reconocer que después de lo visto temporadas atrás en el Camp d’Esports, hay para darse con un canto en los dientes viendo dónde está ahora el equipo y los del Gironés, que arrancaron ejercicio con el único objetivo de la permanencia. Sí, todo eso es cierto, pero agarrarse ahora a esa excusa suena, no sé, a perdedor. Hay que ser ambiciosos en ambos casos. El Girona tiene que acabar entre los cuatro primeros y estar en Champions. Y el Lleida, aunque el liderato se escapa, acabar segundo mejor que tercero; tercero mejor que cuarto; y cuarto mejor que quinto. Dejemos ya los paralelismos. Al Esportiu, eso es evidente, se le está haciendo larguísimo este final de Liga. Quedan tan solo siete partidos para finalizar la fase regular pero parecen una eternidad. Sin embargo, pese al evidente cansancio y/o presión, el Lleida está aguantando el tipo. Ante el Formentera y también con la afición perdiendo fuelle –en asistencia que no en intensidad y comunión cn los jugadores–, se demostró. Era un partido de esos trampa pero acabó sacándolo adelante con nota. Y con un hecho a destacar. Pese a la evidente falta de gol de los azules, ayer marcaron los tres delanteros teóricamente titulares: Becerra, Bakero y Chuli. Y para redondear la cosa debutó el recién llegado Pol Muñoz, que para eso es leridano.