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Diecinueve años después Lleida volvió a vivir lo que es estar en la ACB , la mejor liga del mundo detrás de la NBA, y lo hizo en Zaragoza ante un club histórico y en un pabellón de casi 11.000 espectadores, donde los más de 800 seguidores burdeos que asistieron se hicieron notar y de qué manera. Permitidme agradecer desde aquí los buenos momentos que nos hicieron vivir hace más de 20 años y Ferran Vidal y Edu Torres. No estaríamos aquí sin aquella fantástica aventura que nos abrió las puertas de Europa y que maravilló a toda la ACB con los Roger Grimau, Jaume Comas, AJ Bramlet, Michael Ruffin, Berni Tamames, Sergio Ramos y compañía.Conseguir el ascenso en Madrid ante San Pablo Burgos y Estudiantes fue una heroicidad, y se hizo con un equipo sin estrellas en el que todos jugaron por el bien el grupo, dejándose la piel en defensa. Esa fue la base del éxito. Esta temporada, con diez jugadores nuevos y una carencia de quilos y centímetros en la pintura, debe seguirse el mismo camino. A falta de talento estelar hay sacrificio, ilusión y una afición que no se puede pagar con dinero. No es un ‘nucli’, es ‘nuclear’.Ayer la ACB vio de lo que es capaz un equipo modesto recién ascendido movilizando a más 800 seguidores y creando un ambiente infernal en el Príncipe Felipe. La ‘marea burdeos’ sitió Zaragoza y lanzó un mensaje a los rivales: no lo tendréis fácil.Al final, derrota ajustada. Sobró la prórroga. Se pudo ganar, pero se dio una buena imagen, demostrando que tenemos equipo para competir de tú a tú contra plantillas con un presupuesto superior, y todo ello pese a la falta de potencial en la pintura y la excesiva dependencia en el triple. Aun así, mantener la categoría es factible. Ya estamos aquí.

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