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Esto ya es para preocuparse de verdad. En la temporada en la que, desde el propio club (consulten la hemeroteca, que no vaya a ser que nos lo estemos inventando) se ha dicho por activa y por pasiva que esta campaña 2024-2025 tiene que ser la del retorno a la senda de los ascensos –de la que ya no nos acordamos–, el equipo, tras un inicio correcto, ha iniciado una deriva descendente, que no augura nada bueno. Ante el Alzira el Lleida incrementó sus errores: fragilidad defensiva, inoperancia ofensiva y una sensación, que eso sí que es grave, de descontrol, tanto desde el banquillo como en el campo.Y nos perdonarán las comparaciones, que nunca son buenas –sobre todo para los que salen perdiendo en ellas–, este Lleida nos está recordando mucho al de hace tres temporadas en manos del voluntarioso Pere Martí, que ya saben como acabó la cosa.Sí, también es verdad, esto no ha hecho más que comenzar y queda mucho por delante, pero los de arriba se escapan y ya se comienza más a mirar hacia abajo en la clasificación. Y vale, tampoco es un consuelo mirarse en el espejo de los resultados del Atlètic Lleida, que solo ha sumado un punto de los últimos doce. P.D. Cambiando de tema. A los responsables de este Lleida CF les está podiendo el buenismo, por no aplicar otro calificativo peor, en el tema del orden exigible en el Camp d’Esports. De los desalmados que, con sus injustificables acciones, provocaron el cierre por dos partidos del estadio, nunca más se supo. Y los causantes de la multa, barata por otra parte, por los reincidentes insultos contra el Sabadell, se han salvado con un código de comportamiento que suena a regañina, de las que se asociaban a los niños díscolos. De momento, no se han leído los nuevos mandamientos. A ver si lo de Camp d’Esports y buen comportamiento va a resultar que es un oxímoron.

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