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Una de las muchas razones por las que el baloncesto gana día a día tantos adeptos es por su velocidad, el alto ritmo de sus acciones, la explosividad en su juego y sus rápidas transiciones. Y esto es consecuencia de una apuesta por un estilo de juego basado en la defensa presionante, el contraataque y las posesiones cortas. También el concepto de proteger el aro, “ensuciando” la pintura, invita a sumar con mayor acierto canastas de tres puntos. Por consecuencia, vemos partidos con grandes anotaciones que genera mayor afición.Otra de las razones se justifica por los límites reglamentarios en cuanto a la posesión y recientemente en el riguroso criterio de las faltas antideportivas, aunque también es cierto que el arbitraje actual permite un juego más físico.A pesar de ello, las faltas cada vez son utilizadas de forma más inteligente y con un componente más táctico. De ahí incluso la denominación de “falta buena” y “falta mala” en función de la ventaja o castigo que acarrea al equipo infractor. Defender al límite es la consigna que todo entrenador debe exigir. Acciones y contactos tanto al jugador con balón como al que no lo tiene, para hacer dudar al árbitro y romper los sistemas de juego del rival y obligarle a improvisar. Repasando el cuadro estadístico del Hiopos Lleida puede sorprender que se encuentre como el segundo equipo que más faltas comete. No obstante, este castigo se ve compensado al ser también el segundo equipo con más recuperaciones. Anoche, en un partido con alternativas, una vez más la intensidad defensiva del Hiopos en el último cuarto le permitió ganar un importante partido dejando a Granada en 74 puntos. Y es que dejar a cualquier rival por debajo de 75 puntos es sinónimo de victoria.

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