¿Cómo construimos nuestras decisiones?

“La creatividad consiste en asociar ideas” (Steve Jobs). La conexión de ideas es la base de nuestro razonamiento, de nuestras decisiones, de nuestro día a día. De hecho, todos tenemos 100 mil millones de neuronas y 100 billones de conexiones.

Lo que nos hace diferentes es cómo hacemos esas conexiones. Mismos miembros de una familia, mismos padres, misma educación, eligen caminos totalmente diferentes. ¿Por qué? Por su diferente manera de razonar.

Genéticamente, todos tenemos predisposición a utilizar más un lado del cerebro que otro. Y ello marca nuestras preferencias, maneras de pensar, razonar y actuar. Las personas que utilizan más el hemisferio izquierdo tienen la comprensión lectora, entienden los problemas y utilizan la lógica para resolverlos: son lógicos, objetivos y estructurados.

Controlan sus sentimientos, y tienen dificultades para encontrar soluciones creativas o innovadoras. Las personas que utilizan más el hemisferio derecho son intuitivas, espontáneas y creativas. Expresan sus sentimientos, pero tendrán dificultades para concentrarse, focalizarse.

Con lo que pueden dispersar su capacidad y energía.¿Se reconocen? Es más, ¿reconocen a alguien de su entorno? ¿A su pareja, quizá? Cuando ponemos atención en algo que nos preocupa, un problema a resolver, un dilema, etc., a menudo no encontramos respuesta. Luego, cuando estamos “aparentemente desconectados”, de relax, nos viene la solución como una ráfaga. ¿Les ha pasado? Sí, ¿cierto? Enlazamos millones de datos recogidos durante el mismo día, la última semana o incluso en la niñez, que, por lo que sea, vemos que tienen relación con aquel dilema que ronda en nuestra mente y.

¡resolvemos!Porque así es cómo funciona la mente errante, madre de la creatividad y del ingenio. En ensoñación, en “rest” como le llaman los científicos, cuando divagamos, conectamos ideas, percepciones, vivencias, etc. Millones de datos viajan por nuestro cerebro.El cerebro errante tiene la capacidad de barajar 200.000 datos más por segundo que el cerebro racional.

En su análisis entran imágenes, recuerdos, emociones, sensaciones, datos, expresiones faciales, etc. Trabaja como un escáner y es muy rápido. Nos da una respuesta, una solución o una idea creativa, poco analizada.

Será nuestro hemisferio lógico quien haga, de manera secuencial, una pauta tras otra. Cuando la idea llega a nuestra mente, decimos: ¿intuición? ¿Será posible? Y cuando lo analizamos, pensamos: pues sí, ¡es posible!En este análisis entrarán nuestros valores, nuestra cultura o educación, percepciones, paradigmas, convicciones y datos. Con lo que ya no se trata de un análisis objetivo, sino que está condicionado, sesgado por nuestra percepción del mundo.

A veces nuestra cultura, creencias, paradigmas o educación actúan como freno a nuevas ideas.¿A quién no se le ha pasado por la cabeza una idea de negocio? Algunos la han emprendido. Otros no. ¿Por qué? ¿La han valorado o simplemente la han descartado porque su creencia principal es quizá la seguridad? Los genios tienden a ser aventureros, curiosos y exploradores.

Se arriesgan y a menudo tienen que hacer frente a la duda y el rechazo porque nadie más cree en sus ideas, pero persisten a pesar de todo, “porque creen firmemente en el valor de lo que hacen”. Como decía Albert Einstein, “no tengo talentos especiales, pero sí soy profundamente curioso”. Tiene todo el sentido: debemos darnos la oportunidad de desarrollar ideas geniales.

No cuestionarnos, no ponernos frenos. Comprendamos nuestra mente y todos seremos genios.