LIDERATGE
Competencias clave para liderar en 2023
Tal y como les comentaba en anteriores artículos, fruto de nuestra investigación a más de 150 líderes empresariales, hemos podido construir un modelo educativo por competencias para el desarrollo del Liderazgo ejecutivo. En él se evidencian al menos 20 competencias integradas en sus 4 áreas de talento: personal, interpersonal, cognitiva y de valores. Hemos hablado de la asertividad, la perseverancia y la humildad como base para desarrollar la competencia de mejora continua y orientación al aprendizaje.Hoy vamos a hablar del control mental como competencia base para resolver problemas en situaciones de incertidumbre, tomar decisiones bajo presión y mantener la calma sin olvidarse de las prioridades, los objetivos y las personas de nuestro alrededor.Desarrollar esta competencia es indispensable para permitir que, en situaciones intensas, bajo presión, con incertidumbres y/o tensiones, podamos respirar y permitirnos pensar, evitando así que se produzca lo que se conoce como el secuestro de la amígdala.Nuestra mente tiene recursos asociados a reacciones aprendidas durante millones de años, y cuando se siente amenazada, inquieta u ofuscada por la presión, bloquea el lóbulo prefrontal, que es donde se ubica el razonamiento, y activa la amígdala, el núcleo de las emociones, o peor, pues podría llegar a activar el cerebro reptiliano y este aniquila cualquier raciocinio.
El ser humano está preparado para sobrevivir y frente a lo que “percibe como una amenaza” reacciona de forma súbita e irracional. Ejemplo, cualquier discusión fuera de tono y sentido, pues no conducen a ningún acuerdo favorable para ninguna de las partes.El secuestro de la amígdala se produce cuando frente a una situación de tensión nuestra mente actúa de forma totalmente irreflexiva sin detenerse a evaluar objetivamente la situación, pues precisamente la mente está totalmente embargada por emociones que le generarán sentimientos que, además, tendrá asociados a comportamientos erróneos.Necesitamos retomar el control mental. Esta es una competencia que requiere de aprendizaje y para conseguirlo, como todo logro, comienza por un paso: el darse cuenta, tomar consciencia de su realidad.Hay mecanismos que pueden ayudarnos.
El primero es tener claros nuestros objetivos, o el principio de utilidad. Es decir, antes de responder, actuar o tomar una decisión, recordarlos y valorar si esta nos va a aportar utilidad o nos va a acercar a nuestros objetivos.El segundo, directamente relacionado con el primero, es evaluar los resultados de nuestra reacción antes de iniciarla. Es decir, preguntarnos qué vamos a obtener con ella y si eso es o no positivo para nosotros.El tercero es una consecuencia de los dos anteriores.
Si realizamos esos dos pasos cada vez que nos enfrentemos a decisiones difíciles o bajo presión, estamos liberando a la amígdala de su secuestro, porque estamos obligando a nuestro cerebro a pensar, a realizar valoraciones cognitivas para las que debemos utilizar el córtex prefrontal, donde se ubica el razonamiento, por lo que desviamos la atención del cerebro hacia la razón, obligándole a salir de la zona irracional. De manera que nuestra reacción ya no va a ser descontrolada, poco útil y seguramente equivocada, sino que será fruto de nuestra experiencia, aprendizaje, conocimiento y evaluación objetiva.Otra consecuencia que de esta práctica se deriva es el desaprendizaje y reaprendizaje. Es decir, que estaremos fortaleciendo nuestro control mental generando nuevos recursos cognitivos, procesos mentales e incrementando nuestra eficiencia, de manera que, a corto plazo, ya seremos mucho más inteligentes.