Usar IA significa aprender
(*) federico borges es CLO de Ingenio Leadership School & Executive HR TalentProfesor asociado de la UdL
Recuerdo que la primera vez que usé un chatbot de Inteligencia Artificial quise que me hiciera un calendario de trabajo complejo, con una gran variedad de actividades, hitos, y revisiones. Después de cada petición al chatbot conseguía que la IA me diera unas cosas bien y otras mal, sin llegar a obtener lo que necesitaba. A la quinta petición me di cuenta de golpe de que ya sabía hacer yo el calendario y de que lo haría en menos tiempo que el que me estaba costando con la IA.El resultado más destacable de mi primera experiencia con la IA no fue que no consiguiera mi objetivo, sino que aprendiera a hacer lo que necesitaba gracias al proceso de guiar a la IA.Este recuerdo vino porque un amigo de Executive HR Talent me preguntó cómo me iba con un chatbot configurado que uso para producir contenidos, y le expliqué que después de dos meses aún tengo que esforzarme y guiar a ese chatbot configurado para que dé resultados adecuados. Él me dijo medio en broma, aunque con acierto, que yo había aprendido más que la máquina, y le tuve que dar la razón. Después de dos meses he aprendido a agilizar el proceso de producción y a obtener buenos resultados, mientras que el chatbot requiere que yo aporte un esfuerzo suplementario para mantener la calidad que se espera de él.Pensamos que usar la IA consiste en que nos dé el resultado que le pedimos, y la verdad es que la cosa va más allá de lo que responde, o de lo que hace. Esto de la IA va de que debes saber, o aprender, qué le vas a pedir, y cómo lo planteas para que te dé el resultado que necesitas.Alguien dijo una vez que el ser humano crea la herramienta para cambiar su entorno, y que al usarla cambia el propio ser humano también. Eso pasa precisamente al usar la IA, porque en el proceso aprendemos. Aprendemos a organizar nuestras ideas sobre lo que necesitamos, aprendemos a escribir peticiones que representen adecuadamente lo que necesitamos, aprendemos a proporcionar la información precisa para que la IA aumente lo que podemos hacer. Aprendemos tanto en el proceso de interactuar con la IA que hasta tendremos criterio para saber si aporta resultados inexactos o inventados (puede ocurrir), si lo que proporciona nos sirve o es adecuado, y hasta qué punto. En suma, experimentamos un avance cognitivo y una mejora en nuestras destrezas gracias a la interacción sucesiva para obtener de la herramienta un resultado eficiente.Aun así debo confesar lo siguiente: aunque muchas veces consigo que la IA se acerque a lo que necesito, me molesta que la IA me diga que me ha proporcionado lo que yo le pedía, cuando claramente no es así, o cuando se empeña en algo que le he corregido antes. Sería desfachatez si no fuera porque la IA es un conjunto de redes neuronales y chips aceleradores, por decirlo con sencillez. Debo contenerme para no echarle alguna voz o para no decirle una fresca con el teclado. Y ahí me doy cuenta de que, con su potencial, con sus errores y con sus limitaciones, la IA me hace aprender, sin quererlo y sin saberlo, a tener más paciencia.