OPINIÓ PER EMPORTAR
¡Gracias, Lambán!
Ayer se firmó en Madrid el acuerdo técnico de la candidatura de los Juegos de Invierno del 2030. El Comité Olímpico Español y la Generalitat de Catalunya rubricaron la declaración de intenciones a fin de que el país acoja los tan deseados Juegos Olímpicos. Con la renuncia del presidente aragonés Lambán y la comunidad que representa, ahora tendría que ser el momento de incorporar el Alt Urgell, los Pallars y el Solsonès a esta hazaña.
La idea de celebrar unas olimpiadas en el Pirineo surgió en el 2010 gracias a una ocurrencia del alcalde barcelonés Jordi Hereu. Con el paso de los años hemos entendido que tan mala idea no era –si se hace con juicio– y que sin duda podría llegar a ser un éxito al igual que lo fueron los Juegos del 92. Aragón, teniendo Jaca como capital blanca, ya lo ha intentado 4 veces eso de ocurrir en sede olímpica (1998, 2002, 2006 y 2010) y en todos casos ha fracasado en el intento.
Quizás por este motivo (y de otros electorales también) que el actual presidente vecino tenga este resentimiento en esta organización. Pero no nos tiene que venir de nuevo este populismo aragonés, desde que tomó posesión del cargo que los catalanes siempre han estado en su punto de mira (obras de la franja, crítico con el independentismo, aspiradora empresarial...). Ante este nuevo escenario que se abre, ahora es el momento de reubicar sus sedes que tenían que acoger los Juegos, e intentar captarlas por Lleida.
Y si conviene, invitar a Andorra a participar también. El Biatlón y el Esquí de fondo que se hacían en Candanchú, el Patinaje artístico y el de velocidad que se tenían que practicar en Zaragoza y el Curling que se realizaba en Jaca, ahora se encuentran huérfanos de ubicación. Y nosotros tenemos Port Ainé, Espot Esquí, Tavascan, Port del Comte, Aransa, completamente disponibles para acoger las diferentes disciplinas olímpicas que componen unos Juegos. Incluso, Lleida capital, podría acoger lo que Zaragoza ha perdido.
Ante esta oportunidad histórica que tenemos para apostar por el territorio, las necesitadas inversiones en los Pallars, la dinamización de la Alta Ribagorça, las conexiones con el Arán, el despliegue tecnológico en el Pirineo leridano. O el deseado reencuentro de capitalidad en Lleida, tienen que luchar “todos juntos” para que los Juegos del 2030 sean especialmente especiales para los leridanos.