Los tipos duros nunca caen

Creado por Taylor Sheridan (Yellowstone, Wind River) y protagonizado por Sylvester Stallone (Rocky, Acorralado), este drama de ocho capítulos narra la historia del mafioso Dwight El General Manfredi, quien tras pasar 25 años entre rejas espera ser recibido con los brazos abiertos por sus amigos del hampa en Nueva York, pero para su sorpresa es enviado por su jefe a Tulsa, una zona rural del estado de Oklahoma, para expandir su territorio. Podríamos decir que nos encontramos ante la clásica premisa del gánster envejecido que, tras una larga ausencia, no solo ha perdido su lugar en lo alto de la jerarquía de una organización criminal, sino que además es relegado al exilio y se ve forzado a resurgir desde cero, pasando todo tipo de calamidades a causa de su avanzada edad. Sin embargo, no es este el caso de Dwight.

En apenas un par de horas, tras llegar a su nuevo destino y con las maletas todavía en mano, logra hacerse con los servicios de su propio chófer personal, Tyson (Jay Will), e incluso pone bajo su control una tienda de marihuana ofreciendo “protección” a su propietario Bodhi (Martin Starr). Efectivamente, el capítulo piloto es toda una declaración de intenciones por parte de Sheridan, que en los siguientes capítulos cede el testigo al guionista y ganador del Emmy Terence Winter (Los Soprano, Boardwalk Empire) para desarrollarlas. Y nadie mejor que Stallone para encarnar a ese carismático antihéroe caído en desgracia en el que confluyen grandes dosis de carisma, un físico intimidante y diálogos que deambulan entre el humor y la amenaza.

Porque si algo ha caracterizado su carrera ha sido el interpretar a una larguísima ristra de tipos duros de toda clase, pero nunca antes el papel de un jefe de la mafia. Mención aparte merece la actuación de Andrea Savage (I’m Sorry, Veep), encarnando a una agente de la A.T.F. (Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos), y que vigilará muy de cerca los pasos del desterrado mafioso.

Pero en Tulsa también hay espacio para los sentimientos, otra de las grandes virtudes que han caracterizado la personalidad artística de Stallone en el imaginario social, con una trama secundaria que incluye a una exesposa que no quiere tener nada que ver con él y una hija con la que no ha hablado en 18 años. Porque el personaje de Dwight es básicamente eso: músculo y corazón. Y porque los tipos duros nunca caen, el papel de Dwight le sienta como un guante al veterano Stallone.