Versiones arriesgadas (de ver)

TRUE LIES

Continuando con la sangría de remakes de producciones clásicas, cosa que parece responder más a una obligación contractual que a la necesidad real de la audiencia –con ejemplos como Magnum, MacGyver o Hawai Five-0–, la versión de la CBS de Mentiras arriesgadas (1994) se queda a años luz del filme original, independientemente que la comedia de acción de James Cameron nos pudiera resultar más o menos graciosa.

El argumento principal se mantiene durante los 13 episodios de duración de la serie: un plácido vendedor de ordenadores, que en realidad es un espía internacional, y su aburrida esposa, que acaba descubriendo su verdadera identidad y paso de ser una profesora de lingüística a unirse a su mundo de intriga. Desgraciadamente, en esta ocasión el showrunner Matt Nix (Último aviso, a The Good Guys) ha obviado la esencia que hizo que la obra de Cameron fuera digna de recuerdo para muchos: el juego de mentiras entre marido y mujer.

Así, Steve Howey (Harry Tasker) y Ginger Gonzaga (Helen Tasker) toman el relevo de Arnold Schwarzenegger y Jamie Lee Curtis, respectivamente, pero todo sucede demasiado rápido para dar paso urgente a la acción. El trasfondo familiar de los Tasker a duras penas se araña por la superficie, y los hijos del matrimonio, Dana (Annabella Didion) y Jake (Lucas Jaye), quedan relegados a un tercero plano, más ornamental que significativo para la trama general.

En cuanto a las interpretaciones, tampoco hay mucho para rescatar. Ginger Gonzaga ostenta el único papel plenamente desarrollado de todo el show: combina notablemente una divertida confianza en su habilidós personaje junto con la la incertidumbre, un rasgo|tiro tan humano, como ocurre en el momento de su decisión para entrar al equipo Omega. Sin embargo, en el caso de Howey –en comparación con el papel de Schwarzenegger, que sí que alternaba la comedia con la dureza–, su construcción como protagonista no acaba de quedar muy clara, ya que a duras penas se hunde en su pasado y mucho menos en su interior, quedándose en una cara bonita cuyo mérito es el de ser un excelente espía.

Que el lavado de cara de Mentiras arriesgadas ha dejado de lado muchos de los estereotipos de la película original y que hoy día no se sostendrían por ningún lado es de agradecer, pero que la contrapartida resultante de todo eso ha significado una producción superficial e insulsa, delimitada en la mera acción por|para la acción, tampoco no es ningún secreto.