Basada en la novela homónima de Wolfgang Hohlbein, esta serie de fantasía alemana ha sorprendido a propios y extraños con una trama tan siniestra como intrigante y que recuerda mucho a grandes éxitos como Dark (2017) o Stranger Things (2016). La acción nos traslada a la Alemania de las década de los 90, donde un adolescente llamado Mark (Jeremias Meyer) descubre a través de su hermano Thomas (Theo Trebs) que debe tomar el relevo en una guerra generacional contra una malvada criatura llamada el Grifo. Sin embargo, a sus 16 años recién cumplidos, Mark no solo no se ve capacitado para enfrentarse a tal reto, sino que considera que ya bastante tiene con lidiar con los problemas propios de su edad –el instituto, su primer amor y todas esas cosas que en mayor o menor medida todos hemos vivido durante esa etapa–. Pero cuando los secuaces del monstruo secuestran a Thomas, a nuestro joven protagonista no le quedará otro remedio que partir hacia el mundo conocido como la Torre Oscura junto a sus amigos Memo (Zoran Pingel) y Becky (Lea Drinda) para rescatarle. Sé que el argumento de la serie puede parecer simple –en realidad, lo es–, pero la creación de Sebastian Marka y Erol Yesilkaya esconde muy buenas sorpresas. Por un lado, la más que adecuada ambientación de los noventa, rememorando elementos como las tiendas de CD al ritmo de música alternativa y Metallica.
Por otra parte, a partir de la llegada a la Torre Oscura, se nos presenta un tétrico escenario en el que habitan una serie de diabólicas criaturas, cuyo diseño y confección han ido de la mano de un equipo colaborador habitual de Guillermo del Toro –y cuyo estilo salta a la vista–. Sin embargo, el contraste en el salto entre ambas partes del show recuerda más a series como Doctor Who (1963) que no a otras producciones más enfocadas en causar terror. Pero el conflicto no se limita al enfrentamiento contra el monstruo, sino que es también la lucha interna de Mark contra todas esas inseguridades de las que escapaba aislándose con sus auriculares.
El problema de El Grifo, o al menos lo que puede dejar al espectador con cierto sabor agridulce, es que trata de abarcar mucha trama en muy poco espacio de tiempo –6 episodios, concretamente– y quizás por ello no llegue a alcanzar el éxito de Dark o Stranger Things, pero sea como fuere no cabe duda de que ha sido una de las grandes revelaciones de finales de mayo.