TRIBUNA
El G-20, diez años despuésde la crisis de 2007
Profesor de ESADE Law School
Hace diez años, en julio de 2007, arrancó una crisis financiera iniciada en EEUU que acabó extendiéndose al resto del mundo, especialmente a la UE. Hoy, la economía mundial va mejor y la zona euro volverá a crecer en torno al 2% en 2017. Pero persisten incertidumbres que fragilizan los fundamentos de la recuperación global. Entre ellos, un endeudamiento público y privado que alcanza unos niveles escandalosos.
La mayoría de los ciudadanos europeos, principalmente las jóvenes generaciones, aún sienten los perniciosos efectos de una larga y grave crisis económica que ha reducido injustamente sus expectativas de futuro. El ascensor social sigue averiado para la mayoría. Urge relanzar una UE liderada por el eje francoalemán para impulsar una profunda reforma de las instituciones europeas, en entredicho.
Pero los principales riesgos que acechan el mundo de hoy son más geopolíticos que financieros. La primera cumbre del G-20 se reunió en noviembre de 2008, por iniciativa francesa para afrontar una crisis financiera. Hace una década, el bloque occidental liderado por EEUU y la UE, al que se sumaba Japón, Corea del Sur, Australia y otras economías avanzadas, aún dominaba un mundo en proceso de transformación desde principios del siglo XXI.
China aceleró su desarrollo hasta convertirse en la segunda economía mundial. Y el centro de gravedad mundial se trasladó desde el Atlántico hacia Asia-Pacífico. Hoy, la unidad occidental se desplomó tras la irrupción del “America First” de Donald Trump y del Brexit, que han debilitado las relaciones transatlánticas.
Y se resume en un gesto: un Donald Trump cercano al autoritario Vladimir Putin que menosprecia a una fiel estadista defensora de los valores democráticos como Merkel. Una muestra como la Administración Trump renuncia al liderazgo moral debilitando el soft power que disfrutaba a nivel mundial desde 1945.
La cumbre del G-20 celebrada los días 7 y 8 de julio de 2017 en Hamburgo constató unos cambios geoestratégicos acelerados desde la anterior cumbre del G-20 celebrada en Hangzhou (China) en septiembre de 2016:
a) Angela Merkel presidiendo la cumbre como anfitriona y ejerciendo, junto a Emmanuel Macron, de líderes de una UE que se reforzará y cohesionará sin los británicos;
b) un controvertido, aislado y de poco fiar proteccionista Donald Trump que incluso suele contradecirse a sí mismo a través de sus polémicas declaraciones vía Twitter:
c) la China de Xi Jinping incrementando su poder político y económico mundial;
d) Japón, Corea del Sur y Australia que, tras el fracaso del Acuerdo Transpacífico (TPP), no quieren quedar a la merced del coloso chino y reforzarán sus relaciones económicas con la UE;
e) Canadá con un acuerdo de libre comercio con la UE (CETA) a punto de entrar en vigor;
f) También México, Brasil, Argentina y otros países latinoamericanos reaccionan ante el displicente comportamiento de Trump con sus vecinos del sur, reforzando los acuerdos comerciales con Asia y la UE;
g) la Rusia de Putin usa y abusa de la presión militar sobre sus vecinos europeos para intentar lograr acuerdos más favorables a sus intereses económicos, y
h) India e Indonesia, dos grandes países y mercados emergentes que suman más de 1.600 millones de habitantes, ganan influencia en el G-20. En cambio, Turquía y Arabia Saudita siguen enredadas en los conflictos de Oriente medio.
Donald Trump, una vez regresado a Washington el 9 de julio, despachó un tuit que calificaba la cumbre como “un gran éxito para EEUU”. Confunde sus deseos con la realidad. Su aislamiento diplomático quedó patente al tratar sobre la lucha contra el cambio climático.
El G-20, tras tomar nota de la decepcionante decisión de EEUU de salir del Acuerdo de París (COP21), considera el acuerdo climático como irreversible para los demás 19 miembros. Trump tampoco logró convencer a los demás en el dosier comercial. Sus posiciones proteccionistas no son compartidas por China y la UE defensoras del Libre Comercio y del rol de la OMC.
La UE confirma su giro hacia Asia-Pacífico. Alemania y China, las dos principales potencias exportadoras mundiales, harán frente común al proteccionismo impulsado por Trump. También Francia precisa incrementar su peso en el mercado chino. Y un dato significativo: Bruselas y Tokio rubricaron, el 6 de julio, un principio de Acuerdo de Libre comercio.
Otro mensaje directo enviado a Trump, el enterrador del TPP, a la víspera de iniciarse el G-20. La cumbre del G-20 constituida para afrontar la crisis financiera iniciada en 2007, se convirtió en un instrumento clave para discutir y confrontar los problemas derivados de la globalización. En Hamburgo se debatió otros temas como las crisis migratorias y el terrorismo internacional que también golpean a África.
La inestable situación del continente africano amenaza directamente a la UE. Francia asumió la responsabilidad principal. No contará con la ayuda de EEUU y China. Urge que Alemania y el resto de países europeos sumen esfuerzos con París para cooperar más y mejor con África.