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TRIBUNA

Los países emergentes sufren la deriva de Trump

Profesor de ESADE Business&Law School

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La reciente Asamblea anual del FMI y del BM celebrada en Bali dejó un claro mensaje: los riesgos financieros y geopolíticos van ensombreciendo el horizonte económico mundial.

Destacó dos: a) los efectos de la política monetaria de EEUU que puso punto final a una etapa de expansión dopada por unos bajos tipos de interés y, b) la alerta ante un recrudecimiento de la guerra comercial iniciada entre EEUU y China. Un conflicto que también perjudica las perspectivas de crecimiento de la UE, Japón, Corea del Sur y de otras economías avanzadas. Y en el caso de la UE, se le suman un incierto Brexit y los temores de que Italia pueda provocar otra crisis de la deuda en la zona euro.

Pero las principales víctimas son los países emergentes y en vías de desarrollo, principalmente los excesivamente endeudados en dólares. Argentina y Turquía fueron los primeros en ver caer la cotización de sus divisas, el peso y la libra, hasta un 50% y un 40% desde principios de año. Pero también Brasil, Indonesia, Filipinas, Sudáfrica, Rusia y otros han sufrido una importante fuga de capitales, ahora atraídos por la mayor rentabilidad, estabilidad y seguridad que ofrecen los mercados financieros de EEUU. La vulnerabilidad de los emergentes será mayor si prosigue una escalada de proteccionismo comercial impulsada por Trump que podría frenar sus exportaciones de bienes industriales y materias primas. Y cabe sumar los riesgos geopolíticos internacionales e internos. El último, otro incendio diplomático provocado por Arabia Saudita tras el asesinato del periodista Jamal Khashoggi en un Oriente medio que sigue siendo la región más peligrosa y convulsa del mundo, donde se concentran las principales reservas de petróleo y gas del planeta.

El America First acrecienta las incertidumbres mundiales. Trump olvida las grandes responsabilidades internacionales, políticas y económicas, de EEUU como primera superpotencia mundial. Pero sigue aprovechándose de sus privilegios exorbitantes como son la primacía del dólar en las transacciones financieras y comerciales internacionales y la posición dominante de las multinacionales estadounidenses en los mercados mundiales. La fuga de capitales desde los países emergentes a EEUU también se explica por aquel rol del dólar, la divisa reina en el sistema financiero mundial, más estable, fácil de convertir y de vender y comprar en los mercados financieros. Hoy, el 60% de las reservas de divisas de los bancos centrales están constituidas en dólares. Una posición que Trump utiliza para presionar sin miramientos a los demás estados a renegociar los acuerdos comerciales vigentes, como ocurrió con el NAFTA y otros acuerdos comerciales. Una estrategia que le servirá para arrancar concesiones de México o Corea del Sur. Y, posiblemente, también con la UE y Japón, que precisan seguir exportando a EEUU. Pero habrá que ver qué ocurrirá con China, considerada por Trump como su gran adversario estratégico, tanto política como económicamente.

EEUU se siente hasta ahora ganador gracias al estatus privilegiado del dólar, que le permitió siempre endeudarse con menos coste porque el resto del mundo le ayudó a financiar sus déficits comprando bonos del tesoro estadounidenses. Pero, a medio o largo plazo, la actual posición del dólar perderá gradualmente peso específico. Hoy, la economía crece dopada por una generosa reforma fiscal, las inversiones, sobre todo en infraestructuras, el retorno de capitales foráneos y también de parte de la producción de las multinacionales. Pero lo hace a costa de desestabilizar el sistema financiero y comercial mundial, debilitando el rol de las vigentes Instituciones internacionales, entre ellas la OMC. Y la prepotencia del impetuoso Trump va incrementando la lista de sus enemigos y fobias personales. La última andanada fue criticar a la Reserva Federal de Estados Unidos. Una posición que hace crecer las inquietudes ante una evolución excesivamente alcista de la bolsa de Wall Street, que puede conducir a un gran ajuste corrector.

Pero los cambios en las políticas monetarias y también comerciales no afectan en igual medida a todos los países emergentes debido a su gran heterogeneidad. Según el FMI, China e India crecerán un 6,6% y un 7,3% en el año 2018. Tienen una enorme dimensión territorial y humana con un enorme potencial de crecimiento basado en sus colosales mercados interiores. La renta per cápita china aún solo representa el 15% de EEUU. India solo el 3%. Rusia crecerá un 1,7% favorecida por el incremento del precio de los recursos energéticos. En cambio, la situación en Brasil es más preocupante.

Brasil celebró el 28 de octubre la segunda vuelta de unas elecciones presidenciales ganadas por el exmilitar derechista y populista Jair Bolsonaro. La principal economía de América Latina se disparó en los años 2000 gracias a su potencial exportador de materias primas principalmente a China, que importaba petróleo, gas, hierro, soja, etc. Pero los chinos inundaron América Latina de productos manufacturados baratos que frenaron la industrialización y también la competitividad de las PIMES sudamericanas. La economía cayó y después entró en recesión, y la deuda se disparó hasta el 84% del PIB. Pero el principal cáncer fue la corrupción endémica que corroe las instituciones del país que, sumada a la falta de seguridad en un país que registró 63.880 homicidios en 2017, allanó el camino a Bolsonaro.

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