TRIBUNA
Quédate en casa
Diputado de Cs en el Parlament
A la hora de tomar las decisiones trascendentales de la vida es importante no confundir deseo con realidad. Nos encontramos ante una de las decisiones que marcarán un antes y un después; la gestión de una epidemia que nos hará retroceder hasta épocas muy pretéritas que muchos solo habíamos imaginado imbuidos entre grandes novelas. A todos nos gustaría creer que al virus le quedan unos días, que con las medidas de higiene más básicas es suficiente para combatirlo o que los hospitales pronto atenderán con normalidad.
Pero no es esa la realidad. Nos encontramos ante un virus muy contagioso que se ha extendido y al que se le ha perdido la trazabilidad de los casos. De hecho, eso era lo previsible sencillamente observando lo que sucedía en países que nos llevaban unas desgracias de ventaja. Siguiendo la misma epidemiología comparada, lo peor todavía no ha llegado. Es por eso que la medida más importante que colectivamente podemos hacer es quedarnos en casa para no esparcir el virus más de lo que ya se ha diseminado. Solo deben salir los más imprescindibles. Es inadmisible ver imágenes con trenes y autobuses llenos de gente. No puede ser que haya personas que no se tomen en serio un problema que es de responsabilidad compartida y que requiere medidas de distanciamiento social.
Esta semana tuvimos una reunión online con los miembros del gobierno catalán y los representantes de los distintos grupos parlamentarios. Una reunión constructiva que sirvió para constatar que todos somos conscientes de la magnitud del problema. En ella verbalicé que los virus no entienden de territorios y que, por ello, la prioridad máxima es la de hacer caso a las recomendaciones que nos permitirán salvar más vidas. Quedarse en casa es la concienciación principal que debemos priorizar como sociedad. Además, nuevamente aprovechamos para tender la mano al gobierno, pues no es momento de criticar. Todos debemos colaborar activamente en la erradicación del coronavirus. Por ello, instamos a la coordinación interterritorial con lealtad, con pleno sentido de Estado, con la altura de miras que un problema de tanta magnitud requiere. No somos ajenos a las necesidades presentes del sistema sanitario. Ahora más que nunca las conocemos, como tanto hemos luchado por las pasadas. Por eso en estos momentos de crisis toca solidarizarnos con todos ellos, dando las gracias, apoyo y reconocimiento tanto a los trabajadores sanitarios, como a los que están garantizando la seguridad en las calles o a los que nos están facilitando los servicios básicos. ¡Qué haríamos sin todos ellos! Es esa realidad la que nos obliga también a trabajar por las medidas económicas que son urgentes para que no haya un caos que, mal gestionado, será todavía peor. Porque es obligado que nadie tema perder su empleo por quedarse en casa y, para ello, han de garantizarse prestaciones compensatorias. Hay que eximir desde el primer día a los autónomos de pagar cuotas y darles acceso al paro cuando lo requieran. Necesitamos tener presentes las moratorias fiscales a las empresas y líneas de crédito garantizadas por el Estado. Sería fácil acabar con cualquiera de los mensajes más conocidos con los que Camus concluyó La Peste, pero entonces divagaría con las reflexiones más interesantes que aprendí con su lectura y me alejaría del mensaje que deseo para concluir el presente. Entre todos acabaremos con el coronavirus, estoy seguro, pero lo que es imprescindible es que tan magno desastre nos sirva como lección de aprendizaje de profundas cosas que, como sociedad, es necesario reflexionar. Seguro que todos tenemos mucho tiempo en casa para hacerlo posible.