TRIBUNA
Efectos de la Covid-19 y medidas legales (1)
Magistrado
El 11 de febrero del 2020, la Organización Mundial de la Salud anunció el nombre oficial de la enfermedad que está causando el brote del nuevo coronavirus 2019 y que se identificó por primera vez en Wuhan, China. El nuevo coronavirus ha sido bautizado como SARS-CoV-2 y la enfermedad que desencadena se denomina Covid-19.
Nunca, desde la II Guerra Mundial, habíamos sido protagonistas de un escenario tan catastrófico, que afecta por igual a los cinco continentes sin distinción de raza, sexo, edad, condición social o económica. Como tampoco nunca nuestra sociedad del bienestar y del consumo ha tenido que enfrentarse al confinamiento de la población en sus hogares (se estima que el 93% de la población mundial se encuentra confinada), con fuertes medidas de limitación del derecho de circulación y de movimiento para minimizar al máximo el riesgo de contagio, confinamiento que se ha hecho extensivo a los trabajadores que prestan sus servicios en empresas de bienes o servicios considerados no esenciales, lo que ha desencadenado una paralización del tejido industrial que ha ido en paralelo a una ralentización de la economía no ya solo a nivel nacional, sino global, incluyendo el cierre de fronteras terrestres, marítimas y aéreas, con las graves consecuencias que de ello se derivan.
Hasta el momento, se desconoce entre la comunidad científica la fuente de infección y existe incertidumbre respecto a la gravedad y a la capacidad de transmisión.
Sea como fuere, según ha anunciado la Universidad Johns Hopkins, los casos de coronavirus han llegado a la cifra simbólica del millón. Lo hace después de unas semanas con un gran crecimiento de casos. La cifra de nuevos casos en el mundo continúa aumentando y, a estas alturas, tres países han superado los 100.000 contagios: los Estados Unidos, Italia y España. Y, mientras tanto, la pandemia aumenta a un ritmo de unos 100.000 casos diarios y está presente en casi todo el planeta: de 190 países, sólo en 15 no hay casos detectados de positivos del virus.
Paralelamente, la mortalidad causada por la Covid-19 continúa creciendo: ya se han superado las 50.000 víctimas mortales en todo el mundo, de las cuales el 60% se concentran en los países europeos más castigados por el virus, con Italia y España al frente.
Una cosa parece ser cierta, cuando toda esta pesadilla acabe, nuestro mundo no será el mismo. Nuestra sociedad experimentará un cambio sin precedentes en sus hábitos, costumbres y decisiones. Por su parte, los gobiernos tenderán, en especial los más industrializados, a reforzar sus sistemas de sanidad y de Seguridad Social, inyectándoles unos presupuestos económicos mucho más acordes con realidades como las que ahora vivimos. Las empresas deberán retomar el ritmo habitual de productividad y arbitrar mecanismos para recuperar las horas de trabajo perdidas compatibilizándolo con la flexibilidad en la jornada laboral, deberán reforzarse los mecanismos del teletrabajo, pero también las garantías en la causalidad de los contratos temporales y de las causas directamente relacionadas con procesos víricos y pandémicos, evitando que sirvan de pretexto al empresario para despedir de manera tan solo improcedente. Habrá que modificar en lo necesario las normas que regulan la prevención de los riesgos laborales y los servicios de coordinación, así como regularizar las revisiones y controles médicos.
En fin, un totum revolutum que solo el paso del tiempo nos marcará con la debida precisión adaptada a la realidad socioeconómica de cada país.