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Pisos como alternativa al hotel

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Más de 200 leridanos ofrecen alojamiento a turistas en Ponent y en el Pirineo a través de la plataforma de reservas ‘on line’ Airbnb. No se trata de hoteles ni de apartamentos turísticos. Son casas, pisos o habitaciones de particulares que se alquilan por días o semanas a cambio de un beneficio económico. Sin embargo, la mayoría de anfitriones coinciden al afirmar que el dinero no es el principal motivo que les mueve a abrir sus puertas a viajeros que buscan una experiencia más auténtica, huyendo de los circuitos más comerciales. “Es un intercambio cultural, una manera de conocer gente y otras culturas, una forma de abrir la mente”, explica Irene Montardit, una leridana de 58 años que ofrece casa en L’Horta de Lleida (ver testimonio). Airbnb se vende como un portal que ofrece a los viajeros “un lugar en el que vivir”, es decir, ofrece la posibilidad de reservar alojamientos de anfitriones locales en cerca de 200 países y disfrutar de la ciudad como un habitante más. Para ello, hay que registrarse en la web con los datos personales, navegar por el destino elegido y escoger entre casas, pisos, apartamentos o habitaciones. Una vez hecha la elección, se paga por adelantado. El dinero lo recibe Airbnb, que hará la transacción al anfitrión al acabar la estancia. Con ello, el portal se queda con un 15% de los beneficios (el 12% lo aporta el huésped y el 3% restante, el anfitrión). El precio de cada alquiler (más barato que un hotel) lo marca cada propietario en función de lo que ofrezca, como desayuno o cunas para bebés.

Anfitriones y huéspedes se conocen gracias a los perfiles detallados (el cuestionario para ser anfitrión es muy extenso), las evaluaciones personales y las verificaciones. En cuanto a los beneficios, deben declararlos Hacienda si superan los 4.000 euros anuales.

Barcelona, líder de la plataforma pero con polémicaBarcelona es clave para Airbnb. De los 2,2 millones de turistas que llegaron a España este verano en camas gestionadas por esta plataforma de alquiler de apartamentos y habitaciones, 500.000 pasaron por Barcelona, un 42% más que el año pasado. Pero este ‘boom’ no ha estado exento de polémica en la Ciudad Condal. Y es que el ayuntamiento ordenó cerrar en julio, coincidiendo con las vacaciones, 256 viviendas, sancionó a Airbnb y a otra plataforma del sector, Homeaway, con 60.000 euros y anunció que las multas podrían llegar hasta los 600.000.

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