¿Por qué hay que esterilizar a las mascotas y cuál es el mejor momento para hacerlo?
El Colegio de Veterinarios de Catalunya destapa siete falsas creencias relacionadas con la esterilización
El Consejo de Colegios Veterinarios de Catalunya recomienda la esterilización de animales de compañía como una medida responsable de los propietarios ante la salud de las mascotas y los problemas derivados de la superpoblación. La esterilización de las mascotas, sin embargo, a menudo ha ido acompañada de una serie de tópicos que dificultan su práctica. Por este motivo, los veterinarios han analizado los tópicos con los que se encuentran las clínicas cuando plantean la necesidad de la esterilización.
De entrada, según los expertos, la esterilización es una medida veterinaria que permite alargar la vida de las mascotas, ya que reduce las posibilidades de desarrollar graves enfermedades. Por otra parte, la esterilización es una medida clínica que permite combatir las situaciones de abandono, las cuales se pueden comprobar como crecen, año tras año, en los refugios de animales.
Además, la Ley de protección animal prohíbe la cría entre particulares, la cual se tiene que hacer por profesionales, en un núcleo zoológico, bajo la supervisión de un veterinario.
Siete falsas creencias relacionadas con la esterilización
Las hembras tienen que criar, al menos una vez.
En la reproducción de animales intervienen básicamente procesos hormonales, de manera que si las hembras están esterilizadas no tienen ninguna necesidad de reproducirse. Por lo tanto, la "llamada a la reproducción" en las hembras desaparece por completo con la técnica de castración del ovario histerectomía (OVH).
Después de la esterilización, se engordan.
Una mascota que se alimenta de manera inadecuada se engordará, operada o no. Por lo tanto, en cualquier caso, hace falta tener precaución y control en la comida, y facilitar el ejercicio físico adecuado. Si el animal tiene tendencia a engordarse, el veterinario sabe dar las instrucciones precisas para evitarlo.
La operación da miedo y provoca lástima.
Precisamente por eso hay que hablar con los veterinarios que cuidan de la salud de los animales de compañía, porque son los que pueden responder a la necesidad de la esterilización, encontrar el mejor momento y época del año, las técnicas que se utilizan, las diferentes medidas analgésicas y las pruebas previas que se pueden hacer.
La esterilización priva al animal del “derecho natural” a la reproducción.
Si se habla del “derecho natural” de un animal a la reproducción, también habría que hablar del “derecho a vivir” de su descendencia. En cualquier caso, no se puede humanizar las mascotas, y no hay que perder de vista que la reproducción de los animales viene dada por el instinto, el cual se rige por ciclos hormonales.
La ilusión de asistir a un nacimiento.
Asistir al nacimiento de la vida es, por descontado, un hecho maravilloso y, en cualquier caso, sirve para aprender a respetar y cuidar los animales. Sin embargo, para vivir esta experiencia única, sólo hay que acudir al refugio de animales más próximo, donde tarde o temprano atienden situaciones de partos, ante las cuales también hay que prepararse al lado de un veterinario, por si no se resuelven como están previstas.
La perpetuación de la descendencia.
Ningún descendiente será igual a la mascota que lo engendra, por eso, los veterinarios siempre recomiendan disfrutar al máximo mientras dure. Cuando se marche, después de un tiempo, se puede compartir la vida con otra mascota, que se volverá igualmente especial..
La responsabilización de las crías.
Los animales recién nacidos normalmente se ofrecen a personas próximas y de confianza. Si cada una de estas personas tienen que tener el “derecho a disfrutar” de esta misma ilusión de ver parir en su mascota, se producen unas cifras inviables cuando se proyecta en el tiempo.
Perros en una perrera del Segrià / Foto: Lleonard Delshams
Datos que demuestran la necesidad de la esterilización
Una perra puede engendrar un mínimo de cuatro cachorros en un mismo embarazo, y una gata hasta seis. Si se tiene en cuenta que la mitad de sus crías pueden ser hembra y que estas pueden criar hasta dos veces en un año, con un índice de supervivencia del 100% de los cachorros, la población resultante es espectacular: 5.000 perros y 28.000 gatos, en sólo en cinco años.
Si se sigue el razonamiento del “derecho de los animales” a tener descendencia, y la “ilusión de los humanos” a ver nacer su mascota, al cabo de 5 años, una sola gata y una sola perra habrán traído al mundo un total de 33.812 nuevos animales. Desgraciadamente, las estadísticas dicen que, con toda seguridad, un 90% (30.430 animales) habrán muerto en perreras, arcenes, peleas, envenenamientos y otras situaciones.