SEMANA SANTA
Solidaridad con las monjas en forma de túnicas
Donativos a cambio de lavar la prensa
La tranquila vida de las 16 monjas que viven en el convento de clausura de Santa Ana, en Sevilla, se ve en estos días un poco alterada gracias a la iniciativa de un vecino que ha recurrido a ellas para que le laven su túnica cofrade, a cambio de una ayuda para ellas y la labor social que realizan.
Todo se ha precipitado en cuestión casi de horas, ya que este hombre llamó al torno del convento con una túnica manchada de cera, le dijo a las monjas que si la podían lavar, y aparte de darles un donativo se comprometió a difundir la idea para que la ayuda se multiplicara, y las redes sociales se han encargado del resto.
Desde hace un par de días "nos están trayendo túnicas para lavar, nos preguntan cuánto cobramos, nos ofrecen ayuda...", explica a Efe la hermana María Teresa Molina, una religiosa de Jerez de la Frontera (Cádiz) que lleva 40 años en este convento de la sevillana calle Santa Ana, de la Orden de las Carmelitas Descalzas, fundado por doña Ana de Santillán y Guzmán en 1475 en un edificio gótico-mudéjar, terminado en 1490 gracias a doña Isabel Enrique.
Incluso, esta idea caritativa puede ser una buena excusa para entrar en el convento y ver de cerca impresionantes obras de arte como el retablo mayor, ensamblado en 1700, obra de José Fernando Medinilla, o el de San Juan Bautista, obra de Felipe de Rivas y que data de 1638.
Este monumento histórico artístico cuenta con una inusitada actividad en estos días, gracias a mensajes como "Quizás algunos llevéis estos días las túnicas de nazareno a la Tintorería. Por si queréis 'echarles un capote' podéis llevarlas al convento de clausura de Santa Ana y las monjitas os lo agradecerán", publicado en las redes sociales.
María Teresa Molina recuerda que "normalmente lavamos ropa, mantelerías, algo de la iglesia, o ayudamos a lavar las cosas de personas que conocemos de siempre, pero la verdad es que esto es nuevo, porque no sabemos ni cuánto se puede cobrar, ya que depende de la cera que tenga", con el matiz de que estas religiosas lavan todo a mano, de modo que ahora tienen que pensar en los productos y trabajo que les va a generar la nueva actividad.
Lo que sí está claro es que cualquier ayuda es buena a la hora de sufragar las actividades diarias en un convento como éste, que no se escapa, incluso, de las necesidades menos espirituales que hay que cumplir, incluidas las cotizaciones a la Seguridad Social de las religiosas colombianas que, por ley, tienen que estar dadas de alta para ejercer como tales en España.
En su día a día, "ayudamos a gente que está en la calle, que pide comida, a las que echamos una mano con lo que podemos, con lo que la gente nos trae", de modo que estas religiosas son una especie de intermediarias entre la gente que les llevan artículos de primera necesidad y las destinatarias finales de su ayuda solidaria y desprendida.
Y todo, además, ha empezado son su torno, "en el que vendemos los dulces que hacemos en épocas concretas del año, como ahora que acabamos de terminar la venta de torrijas o pestiños", y que volverá a girar cuando lleguen las fechas previas a la Navidad, para tener otra forma de sufragar los gastos que suponen el día a día de una comunidad tan numerosa.
En ese torno, un vecino de la zona depositó su túnica cofrade manchada de cera, y el buen hacer de internet ha hecho que la idea se propague, como una nueva forma de ayudar a unas mujeres que han hecho de la caridad su forma de vida.