SEGRE

ESNOTICIA

Del Xoperal al Carrincló 2.0

La fiesta que nació en 1980 a la orilla del Segre se ha ‘profesionalizado’ y ha multiplicado por 40 los peñistas || Hoy tiene 200.000 visitantes, entre ellos ‘bloggers’ que la pasean por todo el mundo

Imagen del primer pasacalles, en 1981.

Imagen del primer pasacalles, en 1981.FECOLL

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De las cajas de fruta para sentarse se ha pasado a sillas y mesas suministradas por una central de compras. Del enfriar las bebidas en el río a tener neveras en cada peña. De una logística mínima a contar incluso con camareros, cocineros y grupos de música contratados. De fotos con cámaras analógicas a millones de instantáneas con móviles de última generación que se difunden por la red. En definitiva, se ha pasado del Xoperal al Carrincló 2.0. Y es que la historia del Aplec del Caragol a lo largo de sus 38 ediciones es la historia de la ciudad de Lleida y de sus habitantes y una muestra de la vertiginosa evolución que ha vivido la sociedad estas cuatro últimas décadas.

La fiesta gastronómica vio la luz en 1980 en el marco de la Festa Major después de que la Paeria reuniera en un mismo lugar dos iniciativas gastronómicas: un concurso encargado al hostelero Antoni Costa con un grupo de restauradores y la propuesta de Manolo Calpe de hacer una comida a la orilla del Segre y que supuso el nacimiento de la primera colla del Aplec, L’Ordre del Caragol. Nacía así (según la historia narrada por la Fecoll), con 18 colles, 300 peñistas y 4.000 visitantes, la fiesta gastronómica por antonomasia de Lleida. “Una manta en el suelo y 50 cajas de madera fue todo el mobiliario. Ese primer año tuvimos dudas de cómo continuaría”, recuerda Josep Maria Valls, de L’Ordre del Caragol y que no ha faltado ninguna edición. Las dudas se disiparon cuando el segundo Aplec llegó a 43 colles y 2.400 collistes, cifras que obligaron ya a una cierta organización. Desde entonces, el ritmo de crecimiento de la fiesta ha sido trepidante: en su quinta edición sobrepasó el centenar de colles, recibió por primera vez a un presidente de la Generalitat y el presupuesto llegó a 70 millones de pesetas. En 1988 consiguió entrar en el Guiness con la llauna más grande del mundo, de 493 metros cuadrados y 1.150 kilos de caracoles. Un año después ya duraba tres días y en su duodécima edición se desmarcó del programa de Festa Major. “Ha cambiado tanto... Hemos pasado de la nada al todo. De una zona inclinada como el Xoperal a todas las comodidades. Pero hay que mantener la esencia, que no es otra que un encuentro de amigos. Esa es la base del éxito”, asegura Valls. “Creo que ese espíritu continúa y es lo que busco yo, estar con amigos”, explica Àngels Pascual, que participa por primera vez, con la peña Colors de Ponent. “Para mí el Aplec es un ciclo de vida. He visto todas las fases. Se ha profesionalizado muchísimo pero el cambio brutal fue el traslado a los Camps Elisis”, recuerda Marc Cerón, de Sogall, que nació un año antes de la fiesta y ha vivido todas las ediciones. Ese cambio se produjo en 1993 por las obras de la canalización, pero la fiesta se asentó allí ya definitivamente y ese ha sido el escenario que ha visto cómo se declaraba Fiesta de Interés Turístico Nacional y Fiesta Tradicional de Interés Nacional. Hoy la visitan ya 200.000 personas y su proyección parece imparable. Incluso este año cuenta con cuatro bloggers cocineros, invitados por la peña Els Originals, que suman millones de seguidores y que harán que la repercusión vaya todavía más allá. “El Aplec sigue siendo de espíritu carrincló puro y duro, pero triunfa”, reconoce Ceron. “Tiene un atractivo 2.0 y las posibilidades son infinitas”, asegura Lídia Claramunt, de Els Originals. ¡Larga vida al Aplec!

Imagen del primer pasacalles, en 1981.

Imagen del primer pasacalles, en 1981.FECOLL

Imagen del primer pasacalles, en 1981.

Imagen del primer pasacalles, en 1981.FECOLL

Imagen del primer pasacalles, en 1981.

Imagen del primer pasacalles, en 1981.FECOLL

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