El Aplec o cómo montar un pueblo de 13.000 habitantes en cuatro días

“Organizar el Aplec es como montar un pequeño pueblo para 13.000 habitantes (más bien una de las grandes capitales de comarca de la provincia) en menos de una semana”. Lo resume así Joan Carles Gatius y sabe muy bien de lo que habla porque lleva 10 años como coordinador de infraestructuras de la fiesta. Y es que detrás de la comida, la bebida, la música y la diversión, que son la cara visible del Aplec, hay mucho trabajo, mucha logística y, sobre todo, mucha organización. De ello se encargan en los cuatro días previos medio centenar de trabajadores, además de algunos voluntarios, que ponen a punto el recinto. El objetivo, que todo esté listo en las 102 parcelas, una por cada colla, en las que hay un suministro de agua y un cuadro de luz propio. En la ‘casa’ de cada una de ellas suele haber también un lavabo, aunque la Fecoll instala ocho más con 4 personas de limpieza y otros tantos vigilantes. El ‘pequeño pueblo’ del Aplec también dispone de dos aparcamientos para 400 vehículos, cinco áreas de recogida de residuos y un dispositivo en el que, además de Urbana y Mossos, hay una docena de miembros de Protección Civil y dos médicos y tres enfermeras de Cruz Roja por turno.

Y es que son las cifras las que permiten entender la magnitud de una fiesta que cita a 12.800 peñistas y que cuenta con una central propia de compras que usan la gran mayoría de peñas. Es esta la que distribuye 13.000 sillas, un millar de mesas, 340 neveras y 420 mostradores con 200 tiradores que amueblan la parcela de cada colla. Para beber, 50.000 litros de cerveza, 12.000 de refrescos y 500 de agua, 160 cajas de cava, 300 de vino y 54 botellas de ratafia. Y para comer, 12 toneladas de caracoles y 150 botes de un kilo de allioli, además de carne y verdura que se cocinan con 133 garrafas de cinco litros de aceite y se acompañan con 1.300 panes de kilo. Una logística, sin duda, propia de un ‘pequeño gran pueblo’ de casi 13.000 habitantes.