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OBITUARIO POLÍTICA

Au revoir, madame Torres

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Era francesa. Aunque siempre habló en un catalán fluido y correcto, la característica erre la delataba. Pero Raymonde Salle decidió ser también de Lleida. Y aquí murió este miércoles a los casi 96 años, convertida en uno de los últimos símbolos del exilio y defendiendo el legado de la familia Torres-Pereña. Su vida es una lección acelerada del siglo XX. Sus padres se conocieron en la I Guerra Mundial.

Él era un combatiente y ella, una enfermera voluntaria. Al poco de estallar la II Guerra Mundial, la noche de fin de año de 1941, Raymonde Salle conoció a un joven que poco tenía que ofrecerle. Pertenecía a un ilustre linaje leridano, pero había perdido la Guerra Civil y por aquel entonces era uno de tantos exiliados que vivían en Montpellier después de haber pasado por el campo de concentración de Saint Cyprien.

Al padre de Raymonde, profesor de inglés y traductor de Shakespeare, le costó aceptar que Víctor Torres fuera el elegido. Hasta le citaba a Victor Hugo en su contra: “C’était un espagnol de l’armée en déroute”, como le gustaba recordar a ella entre risas. Pero el suyo fue un matrimonio sólido. “Raymonde era más que la esposa de Víctor Torres: era su cómplice, su lealtad estaba fuera de toda duda”, asegura Miquel Pueyo, amigo de la pareja. En las duras y en las maduras. El dietario póstumo de Torres deja claro que no fueron fáciles los años de exilio. Fue secretario de la Generalitat con el presidente Josep Irla primero; estrecho colaborador de Josep Tarradellas después.

Eran tiempos de dificultades económicas e incertidumbre política. Cuando se estrenó la democracia, Víctor Torres regresó con Raymonde y fue elegido diputado al Parlament. Ella ya se sentía una catalana más, aunque sus dos hijos mayores y sus raíces estuvieran en Francia. La muerte de Torres en 2015 tampoco la hizo marchar. Votó el 9-N “por Víctor” y siguió defendiendo el legado de Màrius Torres. Carles Comes, presidente de ERC en Lleida, la recuerda como “una luchadora” que encarnaba “la valentía y la perseverancia”.

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