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Una de cada diez personas mayores de 65 años tiene Alzheimer

La diagnosis precoz, clave para abordar la enfermedad

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El Alzhéimer es el tipo de demencia más común, con 120.000 diagnosticados en Catalunya y 800.000 en el conjunto del Estado. De hecho, una de cada diez personas mayores de 65 años tiene esta enfermedad, hecho que hace que los especialistas hablen de epidemia. A escala mundial, se diagnostican según la OMS casi 10 millones de casos nuevos de demencia al año (casi un caso cada 4 segundos), de los cuales entre el 60 y 70% son de Alzhéimer. Se calcula que en 2050 habrá más de 115 millones.

Actualmente no hay ningún tratamiento que frene o modifique la evolución del Alzhéimer. «Ante la dificultad, el foco de la investigación se ha desplazado y los equipos trabajan para conseguir encontrar una vacuna y fármacos eficaces contra las proteínas anormales que provocan la muerte de las neuronas», señala el doctor y profesor de la UOC Jaume Kulisevsky, que es especialista en enfermedades neurodegenerativas. Esta manera de afrontarla no sólo mejoraría los síntomas, como hacen los tratamientos actuales, sino que impediría que continuara el proceso de deterioro neurológico, que es el desencadenante de la enfermedad.

La diagnosis precoz, clave para abordar la enfermedad

Aunque algunos de los medicamentos y «vacunas» no se hayan mostrado efectivos en enfermos con todos los síntomas clínicos del Alzhéimer, se considera que estos medicamentos, en fase de desarrollo, pueden ser eficaces en fases muy iniciales de la enfermedad.

Actualmente hay pruebas diagnósticas, como la tomografía de emisión de positrones (PET) combinada con el análisis del líquido cefalorraquidio, eficientes para identificar población en riesgo de desarrollar la enfermedad. «Estas pruebas nos permiten detectarla antes del comienzo de los síntomas característicos, como la pérdida de memoria», apunta a este investigador. Los métodos de diagnosis precoz han permitido iniciar ensayos clínicos terapéuticos con los nuevos medicamentos de tipo «vacuna». Los científicos consideran que los enfermos en fase incipiente son los potenciales beneficiados, ya que la población neuronal amenazada por el proceso de la enfermedad no está perdida del todo.

En algunos centros de Barcelona, como el Hospital de Sant Pau y la Santa Creu, el Hospital Universitario Quirón Dexeus y el Centro ACE, varios equipos trabajan con pacientes que, voluntariamente, se hacen las pruebas a pesar de no tener síntomas evidentes. De hecho, Kulisevsky, que lidera un grupo de investigación CIBERNED, insiste en que este es el colectivo en el cual se pueden experimentar mejoras evidentes ahora porque, tal como remarca, la enfermedad empieza años antes de que aparezca la sintomatología clínica.

Un indicador orientativo pero no definitivo es el cuadro familiar. «Aunque una minoría de pacientes heredan un gen causal de la enfermedad y la empiezan a una edad más temprana, la mayoría de pacientes tienen varios factores de riesgo genético que, sumados, aumentan el riesgo de tener Alzhéimer después de sesenta y cinco años», señala Kulisevsky.

Todavía irreversible El Alzhéimer es una enfermedad cerebral, no contagiosa, progresiva e irreversible, que altera la personalidad y destruye gradualmente la memoria del enfermo. También afecta a las habilidades de aprender, razonar, hacer juicios, comunicarse y llevar a cabo actividades cotidianas. Estas habilidades se pierden como consecuencia de la muerte de las neuronas.

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