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El Museu de Lleida, sin censura
Inauguran la exposición de la serie fotográfica ‘Presos políticos’ que “no dejaron ver” en la feria Arco de Madrid || El acto acaba con bronca y abucheos de parte de los asistentes contra el alcalde
Hacía diez años, cuando se estrenó el nuevo edificio del Museu de Lleida, que la pinacoteca no había visto tanta gente en una exposición como ayer. Y con cola en la calle para poder entrar. No era para menos. Quince días después de que la feria de arte contemporáneo Arco de Madrid censurara la serie fotográfica Presos políticos en la España contemporánea, del artista madrileño Santiago Sierra, había ganas de verla y de participar en un acto inaugural que, como no podía ser de otra manera, tuvo un marcado carácter político, con el color amarillo dominando en la indumentaria del público en la sala y un buen número de manifestantes con pancartas en el exterior por la libertad de los presos políticos y con alusiones peyorativas al alcalde de Lleida, Àngel Ros, que ya hacía presagiar lo que se avecinaba. El propietario de la obra, el empresario leridano Tatxo Benet, que compró el conjunto fotográfico por unos 80.000 euros, aseguró rotundo que “la censura se ha acabado” con la exposición de estas imágenes hasta el 22 de abril en el Museu de Lleida. Son 24 fotografías de rostros pixelados con referencias a un total de 74 personas que han pasado o permanecen en prisión en España, entre las que destacan las que Oriol Junqueras y Jordi Sànchez. “Pretendían que el artista no pudiera exponerlas y que el público no pudiera verlas”, destacó Benet, pero “ahora las ponemos a disposición de los visitantes en un museo, que es un templo de la cultura”, comentó el empresario de la comunicación, socio de Mediapro. Benet afirmó con orgullo que “soy de Lleida y, aunque de lejos, viví el gran ataque que sufrió este equipamiento cultural el pasado 11 de diciembre por el arte de Sigena como mucha gente de aquí, que sintió como si le hubieran quitado alguna cosa suya. Por eso, he querido hacer algo al respecto, he querido ceder esta exposición a cambio”. Con visible emoción, añadió que “seguro que si mis padres hubieran podido estar aquí, estarían muy orgullosos”, lo que levantó los aplausos del público. También trató de quitarle hierro ‘político’ al asunto asegurando que “no todo el mundo tiene que estar de acuerdo con estas fotos o con la calificación que hace el artista de cada uno de los personaje retratados, pero esto es lo bonito del arte, que cada persona que lo vea pueda reflexionar, entenderlo a su manera y opinar, en definitiva, crear un debate social que rompa con el pensamiento único oficial”. Y es que junto a las imágenes de Junqueras y Sànchez, también hay otras de casos más alejados de la actualidad política catalana, como las de dirigentes del diario vasco Egin, las de diversos militantes anarquistas, las de activistas del movimiento del 15-M o las de los detenidos por la pelea con guardia civiles de paisano en Alsasua, en Navarra.
El deseo de discusión pero con respeto que lanzó Tatxo Benet en diversas ocasiones no cuajó y, tras el anuncio de que el alcalde iba a clausurar el acto inaugural, parte del público comenzó a abuchearle e increparle. “Podemos disentir pero tenemos que escuchar a todos”, trató de ayudarle Benet micrófono en mano, pero no hubo manera. Ros decidió tirar por lo sano y, con el apoyo de la megafonía por encima de los gritos e insultos, exclamó que “los espacios de libertad como este museo impican el respeto y, sin libertad, no hay posibilidad de expresión”. Minutos antes, todas las intervenciones anteriores caldearon el ambiente. El director general de Patrimonio, Jusèp Boya, habló “con la voz de los que hoy no están aquí sino lejos, en Estremera o Bruselas”, recordando el ‘asalto’ policial del 11 de diciembre, “cuando en esta misma sala pasamos unas horas horrorosas de humillación e indignación, pero también de esperanza”. La vicepresidenta de la Diputación Rosa Maria Perelló y la presidenta del consell del Segrià, María José Invernon, también lanzaron proclamas por la libertad de expresión. El final a gritos dio paso a las fotos y a los selfies en una sala abarrotada y con gente fuera en la cola.
Unos discursos muy críticos, pero con respeto
El propietario de Presos políticos en la España contemporánea, Tatxo Benet, lanzó una velada crítica a la Paeria en el discurso inaugural, recordando “los momentos traumáticos que se viven hoy en Catalunya, pero que en Lleida tienen un plus, puesto que se han puesto en cuestión las esencias culturales –en referencia a la entrada de la Guardia Civil en el Museu por el arte de Sigena– y también lingüísticas por parte de la primera institución de la ciudad”, en alusión al pacto por el castellano entre PSC y Cs. Su intervención fue de inmediato interrumpida por aplausos y numerosos gritos, mientras el alcalde, Àngel Ros, y la concejal de Cultura, Montse Parra, aguantaban el tipo.
Benet se refirió a la censura del arte y, sin mencionar su nombre, señaló entre el público al rapero leridano Pablo Hasél: “Veo aquí a alguien que la sufre y que quizás lo pagará con la cárcel”. Y más aplausos. Sin embargo, minutos después fue el propio Benet quien salió en auxilio de Ros para que pudiera cerrar el acto reclamando al público que “¡podemos disentir pero tenemos que escuchar a todos!” e incluso encarándose con Hasél y diversos compañeros, que se destacaron de forma especial en los abucheos al alcalde. El director del Museu, Josep Giralt, también trató de acallar los gritos, pero sin demasiado éxito, remarcando que “siempre hemos pedido a todos que este espacio público sea un lugar en el que se respeten todas las opiniones y posiciones políticas; por eso inauguramos una exposición que pide libertad de expresión y respeto”.
El alcalde sale de la exposición a la carrera Escoltado por la policía local y el director del Museu, el alcalde, Àngel Ros, salió del edificio a la carrera hacia el vehículo oficial que le esperaba en el exterior. Tuvo que oír improperios de un buen número de manifestantes con pancartas reclamando la libertad de los presos políticos. El coche se vio rodeado durante un momento y algunos llegaron a golpear el capó.