CULTURA RELIGIÓN
La pasión medieval regresa en Cervera a sus orígenes
La pasión medieval de Cervera llenó ayer con casi 400 espectadores la iglesia de Santa Maria. Unas 200 personas entre actores, músicos, escenógrafos, modistos, maquilladores y diablos unen sus esfuerzos un día al año para recuperar el habla, el ambiente, la música y la tradición medieval de la ciudad. Ofrecen el resultado de 10 años de investigación que se funden en menos de 3 horas. Se hace sin luz, sin megafonía, trabajando con los olores de la época, los vestidos, las formas escénicas. Cervera se suele sentir cómoda con las cosas relacionadas con su historia: diablos, pasiones, Santísim Misteri, Sant Magí... y además sabe adornarlo con la riqueza de su patrimonio musical y escénico. Posiblemente sea una de las poblaciones donde hay más actores, músicos y cantantes por habitante. La pasión medieval no es una obra fácil para los que la hacen, memorizar papeles en el catalán de hace 5 siglos tiene miga. Ni tampoco para los espectadores ya que para seguir un espectáculo sin megafonía, con un escenario de 50 metros a la luz de las velas y con acciones simultáneas en diversos puntos de la tarima, obliga a verla al menos tres veces. Lo que si permite la pasión con una sola mirada es trasladarse a través de los siglos, y hacerse a la idea de la forma de hacer teatro de hace 500 años. Así, en la pasión, como en la vida, cada acontecimiento tiene su punto exacto en una escena que comienza en el cielo y acaba en el infierno. Poco debían imaginarse Pere Ponç yBaltasar Sança que con el tiempo su obra se convertiría en uno de los textos dramáticos más antiguos de Catalunya. En escena 36 actores, la coral Lacetània y los músicos del conservatorio. En las capillas laterales Alba Cuñé, dando forma a cada personaje; en el atrio Xesco Grau dirigiendo a músicos y cantantes; y sentado en un banco, con la tez pegada al manuscrito, Pep Oriol, alma mater del proyecto.