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Los peñistas alaban la logística, pero piden mejorar infraestructuras del Aplec

Adecuar el pavimento y las cubiertas y división de opiniones en cuanto a precios

Las ‘llaunes’ de caracoles de la peña KH2, a punto para la comida de ayer.

Las ‘llaunes’ de caracoles de la peña KH2, a punto para la comida de ayer.LLEONARD DELSHAMS

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La multitudinaria segunda jornada del Aplec puso de manifiesto aquello que los peñistas consideran lo mejor de la fiesta: el espíritu de convivencia y una logística capaz de hacer que todo funcione en una ‘miniciudad’ de 13.500 habitantes. Pero también piden mejoras para seguir creciendo, sobre todo en lo que a pavimento y cubiertas se refiere.

A día de hoy, 39 ediciones después, ya nadie duda en Lleida ciudad, en las comarcas de Ponent y cada vez más ya también fuera de ellas que el Aplec del Caragol es una fiesta de convivencia, para todos los públicos y un punto de encuentro durante tres días para amigos y familiares que en algunos casos no se han visto en todo el año. En eso coinciden también todos los peñistas, que ayer llenaron los Camps Elisis en una segunda y multitudinaria jornada de la fiesta gastronómica de Lleida y que destacan este espíritu como uno de los puntos fuertes del Aplec. Eso y la logística y coordinación que permiten montar una pequeña ciudad de 13.500 habitantes con todos sus servicios son lo mejor, aseguran, de este evento. “Es brutal poder montar un pueblo con agua y luz en menos de una semana”, apuntan desde la peña Resbalón. “El engranaje de todos los voluntarios y proveedores, junto con la figura de la central de compras es una de las claves del Aplec”, afirma Ferran Pèrdrix, que se estrena en esta edición como presidente de la Federació de Colles de l’Aplec del Caragol (Fecoll) después de dos décadas con Xavier Pérez al frente. “Es el evento más importante de la ciudad por repercusión económica, asistencia y el ambiente que genera, con una muy alta participación en la que nunca ha habido problemas de convivencia”, asegura el alcalde de Lleida, Àngel Ros. De hecho, en la primera noche de fiesta y teniendo en cuenta las miles de personas (13.500 peñistas a los que hay que sumar visitantes) que pasearon por el recinto, solo se contabilizaron una cuarentena de asistencias por golpes o cortes leves y dos traslados al Arnau.

Pero, como todo, el Aplec también tiene cosas que mejorar y peñistas y organización no solo lo saben, sino que lo reclaman. El principal punto flaco son las infraestructuras, especialmente el pavimento, que piden reafirmar para que las ‘colles’ no tengan problemas a la hora de disponer los elementos, y las polémicas cubiertas, pendientes ahora de que se retire la uralita de ellas por una cuestión de seguridad. También piden incrementar el número de contadores de luz, más lavabos, ampliar el espacio de las parcelas que se han quedado en muchos casos pequeñas, poner más seguridad en los días previos y controlar el nivel de ruido, algo que ayer la Fecoll apuntó a que parecía haberse conseguido en la primera noche de esta 39 edición. Otro punto de debate son los precios, aunque aquí hay división de opiniones entre los que consideran que los 120 euros de media que pagan de cuota (una cuantía que decide cada peña) los peñistas por los tres días es barato y los que creen que los costes podrían reducirse, especialmente los de la central de compras. “La Fecoll busca que la fiesta sea lo más económica posible. Todas las ‘colles’ compran en la central, pero no todo lo que necesitan. Aumentar el volumen de compras nos podría permitir abaratar precios”, aseguran desde la organización.

Las ‘colles’ destacan el espíritu de convivencia de la fiesta, pero reclaman ampliar las parcelas

Los caracoles, los concursos y la música protagonizaron una jornada que transcurrió sin el calor de otros años

Otra de las asignaturas pendientes de la fiesta, creen desde el ayuntamiento, que aporta 65.000 euros (al presupuesto de la Fecoll se suman aportaciones de instituciones como la Paeria o la Diputación), es la promoción y conocimiento del evento a nivel estatal. “Creo que deberíamos mejorar la proyección que va más allá de ir a una ciudad y presentar la fiesta, me refiero especialmente a la promoción en medios estatales y redes. Que las agencias de viajes vendan un fin de semana en Lleida para venir al Aplec y tenga repercusión a nivel estatal. Ese debe ser el siguiente paso”, opinó Ros.

Y lograr así todavía más visitantes, también de fuera de Ponent, cada vez más presentes en los Camps Elisis, que ayer volvieron a ser un hervidero de gente disfrutando del Aplec y los caracoles sin el calor sofocante de otros años. No faltaron la comida y la bebida, pero tampoco los concursos, la ofrenda a los fallecidos en la estatua de Manolo Calpe, el pasacalles, las carreras de caracoles o los ‘castellers’. La fiesta seguirá hoy, antes de volver a poner el contador a cero para otro Aplec, el del 40 aniversario.

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