Ignacio Gracia: «El trasplante supone volver a estrenar la vida»

A sus 55 años está a la espera de un riñón, el tercer trasplante en treinta años.

Sí. Nací con una malformación congénita y siempre he tenido problemas renales. Los médicos me dijeron que a los quince años tendría que empezar un tratamiento sustitutivo renal −diálisis−, pero siguiendo una dieta muy estricta conseguí llegar hasta los veintiuno. Fue en Barcelona donde los médicos apostaron por un trasplante y, con una probabilidad entre mil de salir bien, me acabaron operando a los 25 años. El nuevo riñón funcionó durante un tiempo pero a los 44 años me tuve que someter a otra operación. Ahora, once años después de esta última intervención, vuelvo a estar en lista de espera y sigo con la diálisis todas las semanas hasta encontrar un donante compatible.

¿Cómo se afronta un proceso como este?

Los tratamientos son duros porque requieren de una dieta muy limitada y una restricción casi total de líquidos. Todo ello sin tener en cuenta además las operaciones y los ingresos hospitalarios. Yo perdí más de diez kilos antes de cada operación. Sin embargo, estar en una lista de espera siempre da esperanza, pues el hecho de pensar que, cuando llegue el órgano compatible tu vida mejorará, hace más llevadero todo el proceso.

Las listas de espera son también una parte importante de la vida de los pacientes que requieren trasplante.

Yo siempre digo que quien espera se desespera. Lo único que se puede hacer es cuidarse cada día para llegar a la operación en las mejores condiciones. Nunca sabes cuándo puede llegar esa llamada que mejore tu calidad de vida. En mi caso siempre me han avisado de madrugada y es una sensación muy agradable. Pueden pasar incluso diez horas hasta que acabas recibiendo el trasplante porque primero hay que pasar por unas pruebas y un tratamiento de operación, pero luego, en cuanto te despiertas, ya notas el cambio, te sientes mejor.

Siempre se habla de segundas oportunidades. ¿Es así como se siente al recibir un nuevo órgano?

Recibir un trasplante supone estrenar la vida. Se puede definir como una segunda oportunidad que depende de la solidaridad de los donantes, por eso cada año celebramos un día en agradecimiento a estos donantes y a sus familias. Para cada donación se mueven cien personas detrás y afortunadamente España es uno de los países líder en este proceso.

Seis donaciones en Lleida de fallecidos por asistolia vigilada

El Hospital Arnau de Vilanova se sumó ayer a la celebración del Día del Donante con una mesa informativa sobre la donación y el trasplante de órganos, en el vestíbulo del hospital. Según explicó a este diario la responsable de la Unidad de Trasplantes leridana, Mariona Badia, “en lo que llevamos de año hemos aumentado a seis las donaciones con fallecidos por asistolia controlada y esperamos que la tendencia siga al alza”. Y es que el año pasado el hospital leridano gestionó la primera donación de este tipo. Se trata de enfermos con un daño cerebral inrreversible, cuyas familias deciden poner fin al tratamiento que los mantiene con vida y donar sus órganos. En los cinco primeros meses de este año han sido 28 los leridanos trasplantados −19 de riñón, tres de hígado, dos de corazón y cuatro de pulmón−. Sin embargo, “otras 69 personas permanecen en espera para un nuevo órgano, una cifra que contrasta con las 84 en el mismo período del año pasado”, apuntó Badia.

En el conjunto de Catalunya, en 2017 se llevaron a cabo un total de 1.106 trasplantes, siendo también los más requeridos los de riñón (780 implantes) y los de hígado (160), seguidos de los de corazón (60), los de pulmón (89) y los de páncreas (17).