Tres veranos sin leer equivalen a un año perdido en desarrollo intelectual
Dejar de leer en verano tiene consecuencias negativas en el campo cognitivo. Estudios constatan que el alumno pierde riqueza léxica y que tres años sin leer en vacaciones equivale a un año perdido en desarrollo intelectual. Las diferencias todavía son más acusadas en alumnos de clases desfavorecidas. Los expertos afirman que los niños que no abandonan el hábito de la lectura durante el verano cogen antes el ritmo cuando se reincorporan a la escuela.
Hay suficiente con veinte minutos diarios, según apunta la profesora colaboradora del grado de Psicología y del master universitario de Psicología Infantil y Juvenil de la UOC Montse Martínez. "Si la lectura se trabaja bien durante el verano, el niño ganará en léxico, expresión oral y escrita y, sobre todo, en concentración," subraya. Una actividad que, asegura Martínez, redundará en beneficio de los alumnos cuando vuelvan a las aulas en septiembre: a los niños que han hecho alguna actividad cognitiva en verano les cuesta menos volver a coger el ritmo después del largo periodo vacacional que a los que no han hecho nada en todo el verano.
Estudios recientes constatan que dejar de leer en verano comporta la pérdida de riqueza léxica y el cerebro retrocede entre dos y tres meses en destreza. Uno de estos informes, elaborado conjuntamente por las universidades de Missouri y de Tennessee, confirma que una pausa larga como la que puede haber durante este periodo provoca una pérdida de aprendizaje equivalente a un mes de escuela y a 2,6 meses en el caso de las matemáticas.
La también profesora de la UOC y psicopedagoga María Ángeles Megías corrobora que la lectura es importante para el desarrollo cognitivo, ya que ayuda a conectar los hemisferios cerebrales, porque son muchas las áreas cerebrales que se activan e intervienen en el proceso lector. Leer favorece la comprensión lectora, enriquece el vocabulario y las construcciones morfosintácticas, hace ganar velocidad lectora y, en consecuencia, favorece la comprensión lectora, cosa que también se traduce en menos tiempo de dedicación al estudio que un niño que lee poco a poco.
Vacaciones demasiado largas Un periodo vacacional tan largo como el verano no favorece la adaptación del niño cuando vuelve a las aulas en septiembre. El calendario europeo divide el curso en cinco periodos lectivos y establece periodos cortos de vacaciones en el mes de noviembre, por Navidad, Carnaval, Semana Santa y el verano. En el Estado español hay ciento setenta y cinco días lectivos, pero las vacaciones se concentran en grandes bloques: Navidad, Semana Santa y verano. Las dos expertas son partidarias de acortar las vacaciones de verano y redistribuir los días de fiesta, como hacen otros países. "Como más largo es el periodo vacacional, más los cuesta volver a coger rutinas", concluyen.