SOLIDARIDAD CAMPAÑA DE FRUTA
Ayuda humanitaria en el campo
Cruz Roja reparte este verano 100 ‘kits’ de higiene y lotes de comida para los temporeros || Los trabajadores denuncian la situación en los asentamientos, donde viven sin agua ni red eléctrica
Malvivir junto a cincuenta compañeros en barracas suburbanas que no disponen de luz ni agua y trabajar nueve horas en el campo por un jornal de treinta euros. Esta es la realidad de muchos de los temporeros que cada año llegan a Ponent en busca de un empleo en la campaña de recogida de fruta. Precisamente, para cubrir las necesidades básicas de este colectivo, desde la delegación leridana de Creu Roja entregan dos veces por semana lotes de comida, así como kits de higiene personal que incluyen champú, crema hidratante, jabón de baño, toallitas húmedas y gel antiséptico. “Llevamos un registro de todas las personas a las que atendemos y, además de ofrecerles comida y lotes de higiene personal, hacemos un seguimiento para comprobar cómo se encuentran”, explica Irene Vilella, la técnica social de atención a personas sin hogar de esta entidad, que durante los meses de julio y agosto atiende a cerca de un centenar de temporeros instalados en asentamientos de Vilanova de la Barca, Corbins, La Granja d’Escarp y Els Alamús. Estos paquetes de ayuda se financian con dinero público proveniente del IRPF −cantidades de dinero que en la declaración de la renta se destinan a finalidades sociales− y se destinan tanto a inmigrantes con y sin papeles. Aunque Vilella apunta que por el momento no ha sido necesario derivar a ninguno de los beneficiarios a otros servicios de atención especializada, explica que “en las últimas semanas hicimos las gestiones correspondientes para que un temporero que tenía problemas de visión pudiera ponerse gafas”.
La entidad solidaria atiende cada semana a cerca de cien temporeros en cuatro asentamientos leridanos
vilanova de la barca
“Solo queremos un trabajo estable que nos permita tener una casa digna”. Así se expresaba ayer Emmanuel Danso, un temporero de Ghana que llegó hace 28 años a España en busca de un futuro próspero y que después de trabajar en el sector de la construcción durante más de una década, ahora se ve obligado a trabajar como temporero. “La gente piensa que por tener papeles todo es más fácil pero ya no es como antes. Cuesta mucho encontrar un buen trabajo y ahora malvivimos aquí aunque trabajamos nueve horas al día”, apuntó Emmanuel, al mismo tiempo que subrayó que “ahora convivimos cerca de cincuenta personas y muchos tienen que dormir al raso porque constantemente llega más gente”. El día a día de los temporeros consiste en levantarse a las 05.30 horas de la mañana, asearse con el agua de una acequia cercana, preparar la comida en una cocina de gas y, en el caso de los más afortunados, trabajar nueve horas por un jornal de treinta euros.
Como cada año, a mediados de septiembre se trasladarán a Logroño para participar en la vendimia y luego viajarán al sur para trabajar en la campaña de recogida de aceituna. “No tenemos estabilidad porque siempre estamos viajando para conseguir trabajo”, explica Emmanuel que sabe hablar gallego, catalán, francés, inglés y español.