Tributo de Els Torms a sus mayores

La iglesia de Els Torms se quedó ayer pequeña para homenajear a una treintena de vecinos mayores de 80 años con un emotivo acto al que también asistieron decenas de familiares y amigos. “Sabía que si hoy no estaba aquí me habría arrepentido lo que me queda de vida porque ha sido un acto precioso en el que me he reencontrado con conocidos que no veía desde hacía años” explicaba Enric Reig, que a pocos días de cumplir 99 años puede presumir de ser hoy día la persona más longeva nacida en esta pequeña localidad de Les Garrigues. A pesar de que se trasladó a Barcelona hace cerca de sesenta años asegura que “me llena de alegría volver al pueblo en el que crecí”. Tras una misa presidida por el obispo de Lleida, Salvador Giménez, la fiesta se trasladó al Gran Casal, donde la entrega de placas conmemorativas a cargo del alcalde, Josep Bardia, precedió una comida de hermandad multitudinaria que hizo las delicias de los asistentes. Justina Masip, de 92 años, es una de las pocas homenajeadas que aún reside en Els Torms y poco antes de la comida aseguraba entre risas que “somos un pueblo pequeño pero bien avenido y es de agradecer que cada diez años nos reunamos tanta gente para participar en un acto tan bonito”.

El colectivo de jubilados y el ayuntamiento de Els Torms organizan esta fiesta cada diez años con el objetivo de “honrar la sabiduría de los mayores, que son los que nos han educado hasta el día de hoy y sin ellos no estaríamos aquí”. Según explicaron algunos miembros de la organización, el homenaje requiere semanas de preparación para ponerse en contacto con los familiares de los vecinos que emigraron hace años. Aun así, los asistentes siempre acaban haciendo caso al dicho popular y “como en casa, en ningún sitio”.